El futuro del estadio de La Romareda no desaparecerá del debate político en el Ayuntamiento de Zaragoza a pesar de que se hayan desvanecido todas las esperanzas de que Madrid organice los Juegos Olímpicos del 2020. El Gobierno de la ciudad debatirá esta semana la propuesta que el responsable municipal de Deportes, el socialista Roberto Fernández, piensa poner sobre la mesa en su próxima reunión, una petición en la que apostará abiertamente por no aparcar la remodelación del campo zaragocista, sino aprovechar el rebufo que deja el sueño olímpico para "tomar una decisión de cara a los próximos 6 o 7 años". La suya sería la de acometer "una reforma integral que podría costar entre 10 y 15 millones de euros".

A su juicio, esta sería la "alternativa más lógica" a adoptar tras el fiasco de Madrid 2020. Porque para La Romareda sería la que le garantizaría 30 años más de vida al vetusto estadio; la que solventaría sus múltiples deficiencias técnicas que acumula tras siete años sin recibir un euro de inversión, y que ahora mismo le impediría acoger partidos de competición europea; y la que, desde un punto de vista político, la que enterrara definitivamente el proyecto de San José. Porque además, mantener su actual ubicación es "lo que yo quiero y lo que creo que la mayoría de los zaragocistas desean".

OBRAS NO INMINENTES

Fernández defiende que "ahora la prioridad del ayuntamiento es el gasto social", y es consciente de que con las arcas municipales no se puede iniciar ninguna inversión nueva en obras de esta naturaleza (está prohibido por Madrid), pero advierte de que esa rehabilitación "no es algo inminente pero tampoco se puede dejar". Hay que tomar una decisión política, poner al resto de grupos municipales en el debate y, a partir de ahí, avanzar en algo que no urge pero es preciso afrontar a corto o medio plazo. Hay mucho trabajo por hacer, empezando por un proyecto constructivo de rehabilitación integral del que, asegura, "no hay nada" redactado. Quizá, en parte, para no soliviantar a CHA e IU con un proyecto que, con la salida del PAR del consistorio, acabó relegado a la última de las prioridades y sin un euro en el presupuesto. Aunque Fernández no oculta su discrepancia: "Para mí sería una prioridad porque es uno de los equipamientos deportivos más importantes de la ciudad".

No obstante, el responsable municipal de Deportes aseguró que el "estado actual del estadio no tiene ninguna contraindicación para la competición doméstica", ya que después de los últimos informes técnicos se concluyó que no tiene deficiencias estructurales y "ofrece todas las garantías de seguridad" para albergar partidos de Liga. "Pero el Zaragoza debe aspirar a estar pronto en Primera, ojalá la próxima temporada, y entonces volverán a ir al campo 25.000 espectadores cada domingo, o 30.000 cuando venga el Barcelona o el Madrid, y entonces debe estar en perfectas condiciones", explicó el edil socialista, quien se mostró partidario de acometer todas las reformas "y no parchear".

Siguiendo el ejemplo de clubs como el Sporting de Gijón, con su estadio del Molinón, "se puede hacer una actuación integral sin gastarse tanto dinero como los 150 millones que costaba el nuevo campo". Sobre todo porque, indicó, "no esperamos apoyo de otras instituciones", en referencia a la DGA.