El 2004 debería ser el año en el que se discutiera al fin sobre la necesidad de ordenar racionalmente este territorio. Y para ello habría que abordar con valentía un plan para la desaparición de las diputaciones provinciales, cada vez con menos contenido, y que siguen siendo la única herencia del Estado centralista impuesto a mediados del siglo XIX. Por ello, va siendo hora de que la inane consejería de Ordenación de Territorio se ponga a trabajar, que son ya muchos los años de sestear.

Eso sí, la sociedad aragonesa del 2004 será más plural y más mestiza que nunca. Varias decenas de miles de emigrantes han buscado acomodo vital en Aragón, y esta tierra, que siempre ha sido de paso y de acogida, está reviviendo un nuevo episodio de los muchos que han servido para impulsar la demografía aragonesa en distintos periodos de su historia. Este año debería ser el de la integración del emigrante y el de la reivindicación histórica de Aragón como producto de siglos de mestizaje cultural; de ahí venimos y ahí parece que estamos volviendo. Que nadie se sienta emigrante, desplazado o marginado en esta tierra debería ser el objetivo y orgullo de todos.

Empresarios y sindicatos han de velar por algo que interesa a ambos: que las empresas funcionen. Para ello es necesario acabar con los contratos basura, con la precariedad en el empleo y con las condiciones de trabajo indignas. Habrá que hacer un esfuerzo para aumentar la productividad y le eficiencia sin recurrir al abuso y a la explotación.

En 2004 la política sanitaria debería optar por una mayor incidencia en la prevención; no obstante, la sanidad aragonesa es muy aceptable, aunque las autoridades competentes deberían poner más cuidado en acabar con las insoportables listas de espera, que siguen siendo el mayor débito de nuestro sistema de salud.

Por el contrario, en Educación continuamos con graves carencias. Sigue sin existir, y no creo que lo haya en 2004, un plan de estudios coherente para los jóvenes aragoneses de enseñanza primaria y secundaria. El objetivo parece ser, curso tras curso, el mismo: que los colegios dispongan de luz y de agua al comienzo de curso, que no falten profesores y que funcione el transporte y el comedor escolar; demasiado poco, escasa ambición para una sociedad que anhela ganar el futuro. Nuestra universidad como siempre, poca cosa, escasa presencia social y, salvo excepciones, absolutamente prescindible, aunque tal vez demasiado para los escasos medios con los que cuenta.

En 2004 nuestro medio ambiente seguirá importando poco. Eso sí, la consejería correspondiente ya se ha apresurado a proteger el espacio del embalse de Mequinenza como primer paso a obstaculizar por todos los medios disponibles el trasvase del Ebro.

Todavía parece importar menos la investigación. Sigue sin existir un plan de referencia para la investigación en Aragón y sin definirse con claridad qué objetivos se pretenden alcanzar en la próxima década. En 2004 habrá que plantear a las grandes empresas que deberían aportar parte de sus beneficios a la investigación, pero me temo que este deseo no deja de ser, conociendo a algunos empresarios de esta tierra, una quimera.

La cultura aragonesa tiene importantes cuentas pendientes que tal vez se salden este año. El espacio Goya busca ubicación y definición, y si se quiere llegar al 2008 con el proyecto ejecutado no se puede dilatar más; habrá que lidiar el embolado heredado del gran teatro Fleta, un verdadero fiasco de difícil solución, habrá que elaborar de una vez por todas una moderna red de museos y de archivos, a la vez que mejorar la de bibliotecas, y apostar decididamente por la conservación de nuestro patrimonio, defendiéndolo a ultranza contra quien sea y cueste lo que cueste. La conservación del cabezo de la Cruz de la I Edad Del Hierro, yacimiento sobre el cual trascurre el trazado de la Autovía Mudéjar, será un paradigma de lo que nos espera.

Nuestros grupos de teatro, de música, de danza y de escritores comienzan a organizarse; el potencial creativo que se augura extraordinario y fomentarlo ha de ser tarea de todos.

El deporte aragonés puede tener en 2004 un buen año. Para ello el Real Zaragoza debe consolidarse en la primera división de fútbol y prepararse para afrontar retos mayores, en tanto el CAI de baloncesto debería, y así ocurrirá si continúa con su racha, ascender a la ACB, donde por afición e historia le corresponde estar; fútbol-sala, balonmano, balonvolea, atletismo, ciclismo, natación, etc., siguen dando numerosas satisfacciones. Pero hay que incidir más en el deporte de base, y no sólo en el escolar, sino en todas las actividades deportivas que contribuyen a desarrollar una vida más sana y con mayor calidad.

El 2004 se atisba como un buen año para el turismo. La inestable situación de algunos países atraerá a Aragón algunos visitantes añadidos. Habrá que aprovechar las circunstancias para seguir mejorando nuestra oferta turística, sobre todo con más plazas hoteleras y con una decisiva apuesta por la calidad, en ello las denominaciones de origen están cumpliendo de manera eficacísima, que cunda el ejemplo.

En este recién iniciado 2004 los aragoneses y las aragonesas seremos más ricos, tendremos mayores posibilidades de acceso a la cultura, a la sanidad y a la educación y estaremos más preparados para afrontar el futuro; también seremos más viejos, más acomodados y quizás menos comprometidos y menos solidarios.

En cualquier caso, no se dejen llevar por la atonía de los tiempos y rebélense contra la apatía que nos invade, y reivindiquen los valores eternos que siempre han movido a los seres humanos hacia el progreso: la paz, los derechos humanos, la justicia, la libertad y los derechos humanos. No renuncien a que en el 2004 comencemos a ganar el futuro. Que nadie se lo diseñe por ustedes. Que sean felices. Y vivan.

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