Acabado el año 2003, uno de los más nefastos de las últimas décadas, el año que ahora comienza se presenta como decisivo para la Comunidad Autónoma de Aragón. Las elecciones generales de marzo abrirán un panorama nuevo en el que algunas expectativas políticas se verán truncadas. La prueba de fuego será para el PP, cuyo posicionamiento unánime a favor del trasvase del Ebro puede acarrearle una considerable pérdida de votos, aunque los populares seguirán confiando en el tirón de sus caras más conocidas. El PSOE ha decidido renovar sus listas y parece que será el actual secretario general de UGT-Aragón quien encabece la papeleta socialista al Congreso por Zaragoza. Si así sucede, es probable que recojan muchos votos, aun a costa de perder las formas al designar desde la cúpula y no desde las bases a los candidatos. El PAR se la juega. Si, como parece, vuelve a quedarse de nuevo sin representación en el Congreso, se avecinarán malos tiempos para un partido que pierde peso de manera inexorable elección tras elección. La CHA espera que un segundo diputado por Zaragoza acompañe al solitario Labordeta en la madrileña carrera de San Jerónimo; para la izquierda nacionalista sería un rotundo éxito y supondría su consolidación como tercera fuerza política en Aragón, al tiempo que la colocaría en situación ventajosa para ser decisiva en las elecciones autonómicas de 2007. IU, pese a su talante y a la buena gente que configura esta coalición, parece condenada de nuevo a ser un mero convidado de piedra. La principal duda que permanece en el aire es si habrá coalición antitrasvase para el Senado. Ese acuerdo sería la tabla de socorro del PAR, que podría alcanzar al menos dos senadores y salvar de paso los muebles. El horizonte electoral de marzo parece apasionante, y los aragoneses tienen mucho donde elegir. El rechazo al trasvase del Ebro y al demencial PHN seguirán marcando en buena medida las expectativas de la mayoría de partidos. De modo que no desesperen que seguiremos teniendo debate sobre el agua para rato.

La perspectiva económica del 2004 parece buena para esta Comunidad, que sigue creciendo de manera sostenida aunque muy desigual y con enormes desequilibrios. La apuesta por el corredor del Ebro y, sobre todo, por el proyecto de la Plataforma Logística de Zaragoza, es firme, pero se echa en falta un mayor apoyo a Teruel, al Bajo Aragón, al eje Jalón-Jiloca y a las Cinco Villas, espacios absolutamente imprescindibles para alcanzar un equilibrio territorial del que Aragón está cada día más huérfano. Para ello, son necesarias las grandes infraestructuras, que siguen avanzando aunque a un ritmo tan lento y con tantos problemas que llegan a desesperar al más paciente. Vista la experiencia, no es probable que a lo largo del 2004 funcione a pleno rendimiento la línea del AVE, como tampoco las mal llamadas líneas de Velocidad Alta a Huesca y Teruel, y se seguirá echando en falta una red ferroviaria de cercanías que coloque a Zaragoza al nivel de comunicaciones del resto de las ciudades europeas de su importancia; para ello, ni hay proyecto ni se le espera. En cuanto a las carreteras, no se cumplirá la solemne promesa electoral que hiciera el presidente Aznar de que en el 2004 estaría en funcionamiento toda la Autovía Mudéjar de Zaragoza a Teruel. Los cuarenta kilómetros del valle del Jiloca seguirán siendo los únicos en servicio, aunque hay otros dos tramos en construcción. Mucho me temo que si no cambian las cosas no se podrá cruzar Aragón de norte a sur por autovía al menos hasta el 2010. Tampoco es probable que avance decisivamente el proyecto de autovía Pamplona-Huesca-Lérida. La lucha por unas mejores comunicaciones con Francia parece caso perdido por el momento y habrá que esperar a que otros gobiernos franceses y españoles decidan cambiar el actual estado de cosas. En cuanto a la red autonómica, sólo pequeñas mejoras; nuestras carreteras secundarias siguen siendo una permanente asignatura pendiente.

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