Debe de haber un antes y un después del 16-D. Hasta ahora, Zaragoza ha sido esa ciudad española simpática que siempre tenía muchas posibilidades de todo porque está situada muy estratégicamente pero, al final, lo que se conseguía era escaso. Cierto que la capital aragonesa se ha ido desarrollando a su ritmo --o sea, con lentitud-- pero faltaba el remate. Y ese, por fin, llega ahora. Por delante hay más de tres años para trabajar bien y saber aprovechar esta oportunidad que es de oro para todo. Para Zaragoza, para Aragón, para el valle del Ebro, para los grandes empresarios, para los pequeños comerciantes y para las gentes que viven y trabajan aquí. Es el hito decisivo que Aragón necesitaba para su progreso. El reencuentro con nosotros mismos que los aragoneses hemos iniciado en los últimos años es todo un talante de este nuevo tiempo que ahora hay que remachar. *Periodista