No es raro mirar al Ebro y ver a piragüistas o remeros en mitad del río. Una estampa que corre peligro si el caudal no aumenta. Los clubes de Zaragoza alertan de las consecuencias negativas que está teniendo para la práctica de estos deportes el estiaje, agravado por la avería del azud cuyas compuertas se encuentran bajadas sin controlar el paso natural del agu. «Queremos que se repare, es inaudito que haya una avería y no se arregle», señalaba José María Esteban Celorrio, presidente de la Federación Aragonesa de Piragüismo y campeón del mundo en 1975 y subcampeón olímpico en Montreal en 1976. «Lo que está pasando es un desastre. No podemos navegar en la zona por donde tenemos que hacerlo y cada vez tenemos menos río. Ya no cabemos porque las algas y los sedimentos cada vez ocupan más y también hay más deportistas», explica. El puente de la Almozara se ha convertido en un tope, ya que aguas arriba está impracticable, asegura. Algo similar sucede aguas abajo del de Piedra.

Los remeros del Os Nabaters han tenido que abandonar el embarcadero de Vadorrey, rodeado de lodo, y utilizar el del Náutico. Su entrenador, Antonio Sancho, explica que se han quedado enganchados en algunos tramos y en otros los remos han golpeado el fondo. «Los botes son más grandes que las piraguas y tienen más calado. Son muy caros y no podemos arriesgarnos a rozarlo». Alerta de que, además de no poder entrenar de cara a las competiciones, los cursillos de verano no van a poder hacerse. «Hemos dado un paso atrás», asegura.

José Manuel Larroy, del Club Náutico, tuvo que recorrer junto a varios compañeros parte del río andando, entre el puente de Piedra y el de Hierro. «Aguas abajo fuimos con dificultad, pero en el sentido contrario tuvimos que bajarnos de la piragua porque no podíamos meter la pala sin rozar el fondo». El caudal habitual en época de estiaje y con el azud reteniendo agua ronda los 60 y 80 metros cúbicos por segundo, ahora no llega ni a los 30. El problema es que «si el azud no se repara, esta situación se prolongará durante varios meses».

Al final afecta también a la ciudad. Como en la prueba de triatlón que se celebraba el 16 de julio y que se ha tenido que aplazar. «Suponía 300.000 euros solo en alojamientos», destacaba Pablo Polo, portavoz de la asociación Iberflumen y vecino de Vadorrey.