Aunque se sentara tarde a la mesa, seguro que el presidente Iglesias comió ayer a gusto. Durante casi seis horas había ejercido la moderación propia y ajena con tanto éxito que el pretendido debate sobre el estado de la comunidad dio vueltas y vueltas sobre sí mismo para acabar donde empezó: en un juego de interpretaciones sobre el optimismo, el pesimismo y las consabidas alusiones a las botellas medio llenas o medio vacías. Se pudo comprobar una vez más que si el ejercicio del gobierno produce desgaste, la labor de oposición es mil veces más ardua y fatigosa. En todo caso, no caben dudas de que a don Marcelino sus actuales oponentes le vienen bien, incluso le caen bien. Por eso será que los trata con tanto mimo y suavidad. Incluso a Bernal, el de Chunta.

En este tipo de debates suele suceder que el presidente del Gobierno cuenta con un equipo de consejeros, asesores, fontaneros y otro personal propio que le prepara los datos y documentos, le afina los argumentos, le marca las líneas de ataque y le indica las rutas de retirada. En cambio, los grupos de la oposición van mucho más a pelo. Gustavo Alcalde, jefe del PP aragonés, llevaba ayer en las cananas fotocopias y fotocopias de páginas de los diarios, de tal forma que al final se le traspapelaban las chuletas, hacía preguntas sobre temas ya aclarados hace semanas y en todo caso se agarraba como podía al argumentario de su partido, ése que recomienda llamar mentiroso al adversario antes incluso de entrar en materia y que anima a poner encima de la mesa asuntos tan espinosos como el del Yakolev ucraniano o seguir mentando a los aragoneses el periclitado trasvase del Ebro.

LA SITUACIONde Alcalde es en verdad dura y difícil de sobrellevar, aunque él carga con ella con encomiable espíritu de sacrificio. El líder del PP aragonés lleva cuatro años defendiendo en esta comunidad políticas absolutamente impopulares, viendo cómo su partido retrocedía electoralmente y perdía el poder de forma inexorable, sólo ante el peligro. Y precisamente ahora, cuando tal vez iba a llegarle la hora de ser recompensado por tan homéricos esfuerzos, pierden los suyos las elecciones generales, naufraga el barco y en los botes salvavidas sólo hay sitio para Luisa Fernanda Rudi, que siempre viajó en el puente de mando y nunca tuvo el más mínimo agobio. Incluso un hombre del temple de don Gustavo habrá tenido momentos de debilidad, de rebeldía ante el ingrato papel que le ha tocado y le toca representar. Sólo le queda hacer virtud de la necesidad y pensar que, siendo muy remotas las posibilidades que tiene de llegar a ser algún día el presidente del Gobierno de Aragón, al menos a partir de ahora podrá hacer la oposición con más comodidad puesto que no ha de responder por Madrid ; ahora ese papelón les toca precisamente a los del PSOE.

Quiere decirse que Alcalde ha estado en este debate sobre la comunidad un punto más relajado de lo habitual en él. Pero como tampoco es un gran orador su actuación en la tribuna fue más bien discreta. Corría por los pasillos la especie de que Iglesias estaba listo para vapulearle. Tampoco fue así. Si pareció al principio que ambos contendientes iban a llegar al cuerpo a cuerpo, finalmente todo quedó en fintas y amagos. Sobre todo porque el presidente levantó el pie del acelerador y se contentó, como luego haría con Chesús Bernal, con llevar la discusión por dónde le convenía, soslayando siempre los asuntos más espinosos, contestando aquellos interrogantes que le venían bien y dejando en el aire los que no le interesaban. Incluso hubo un instante en que Iglesias se acercó a Alcalde no para castigarle por sus inocuas puyas sino para hacerle un extraño pero reconfortante boca a boca asegurándole que sin el PP no hay reforma del Estatuto posible y para ofrecerle un puesto en el Consejo de Administración de PlaZa, a lo que por cierto el popular no dijo ni que sí ni que no.

MAS DURO iba a mostrarse luego Marcelino Iglesias con Bernal, una vez que el de Chunta intentó meterle caña por arriba y por abajo, aunque sin hacer sangre. Pero de nuevo se fue frenando el señor presidente en las réplicas, pidiendo disculpas, negando que hubiese acritud en sus palabras... edulcorando en fin el cara a cara.

El caso es que Bernal sabe que dentro de tres años puede acabar cogobernando Aragón con el propio Iglesias, y éste también lo sabe. Por lo cual se tratan con algún cuidado y se lanzan frases y contrafrases que son como cartas cifradas o avisos para el futuro.

Y así, entre unas cosas y otras, fue pasando la mañana y el mediodía. Iba y venía el presidente sin dejarse atrapar por quienes le pedían algún compromiso político más allá de los ya emitidos. Adolfo Barrena, único diputado de Izquierda Unida, habló como si fuese el alumno oyente de la clase al que se le hiciera el honor de dejarle preguntar, y en justa corrrespondencia Iglesias le respondió como si fuese un maestro benévolo. Luego todavía hubo tiempo de escuchar al vicepresidente José Angel Biel actuar como portavoz del PAR.

¿Y el estado de la comunidad? Pues depende del color del cristal con que se mire. En estos dos días, que el presidente Iglesias ha administrado a placer, se ha hablado de un Aragón virtual, estadístico, documental y macroeconómico. El Aragón de verdad está en otra parte.