La noticia de la abdicación del Rey se ha llevado con mucha discreción en la Zarzuela durante medio año, un tiempo en el que los equipos de Juan Carlos y Felipe han podido ir pensando en cómo organizar las trascendentales jornadas que vivirán en las próximas semanas los dos protagonistas del relevo. De esta manera, cuando la semana pasada se decidió que el 2 de junio era el día elegido, se tomó la ceremonia castrense de la orden de San Hermenegildo como el lugar para escenificar ese cambio. Juan Carlos y Felipe presidieron ayer el acto, en la explanada de San Lorenzo de El Escorial, en el que hubo desfile y entrega de condecoraciones militares.

Ambos llegaron a la plaza del monasterio a las doce y media del mediodía con uniformes del Ejército de Tierra. El padre, con el de capitán general de las Fuerzas Armadas y el hijo, con el de teniente coronel. Felipe asumirá el mando supremo de los Ejércitos cuando sea proclamado Rey, pues es un cargo inherente a la condición de Monarca y que recoge la Constitución española.

El día acompañaba y con casi 30 grados al sol varios centenares de personas se congregaron en los alrededores de la explanada para ver, aunque fuera de lejos, a dos de los personajes del año. Pero sin aglomeraciones ni tampoco aplausos memorables. Todo muy sobrio. Algún "viva el Rey", como es habitual y poco más. Tampoco llegó hasta San Lorenzo de El Escorial ninguno de los miles de republicanos que llenaron la Puerta del Sol la víspera, o como mínimo no se quiso hacer presente. Ni una bandera en la explanada ni en los aledaños.

Los 50 kilómetros que hay desde Madrid hasta este municipio (gobernado por el PP y donde el PSOE es la segunda fuerza) debieron de desalentar a los que se manifestaron en la capital en favor de un referendo y en contra de la Monarquía.

Caras relajadas

Juan Carlos, con cara relajada, como su hijo, se bajó del coche en la explanada y alcanzó la tribuna desde donde presidió el acto ayudándose de un bastón.

Junto a Felipe presidieron el acto, en el que también participó el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González; el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, y los jefes de Estado Mayor de los Ejércitos de Tierra y del Aire.

Durante la ceremonia, que duró poco más de una hora, el Rey y su hijo intercambiaron algunas palabras y algunas sonrisas. Al acabar los desfiles, que incluyeron también a la Patrulla Águila, Felipe y Juan Carlos dirigieron un saludo de despedida con la mano a los centenares de asistentes, que respondieron con aplausos.

El acto castrense incluyó una ceremonia religiosa, cerrada a los medios de comunicación. Después de la misa, el Monarca impuso los ascensos y condecoraciones a los representantes de los tres Ejércitos y la Guardia Civil.

Primeras palabras, hoy

Esta ceremonia no ha incluido nunca discursos de quien la presidía, por lo que habrá que esperar a hoy, en Navarra, para poder escuchar por primera vez en público al futuro Felipe VI. El Príncipe viaja esta mañana hasta el Monasterio de Leyre. Lo hace junto a su esposa, Letizia, en la que será la primera aparición de los futuros Reyes de España.

Allí, Felipe entregará el Premio Príncipe de Viana de la Cultura al historiador Tarsicio de Azcona. Parece ser que, según fuentes del palacio de la Zarzuela, este será el momento en el que pronunciará un discurso en para hacer referencia al ejemplo de su padre, a su futuro como Monarca y a los retos que tendrá como jefe del Estado en el contexto de una grave crisis económica, política y social.