La aplicación del impuesto sobre las bebidas azucaradas que prevé aprobar el Gobierno de Aragón este año, tal y como avanzó este jueves EL PERIÓDICO, ha sido recibido con buenos ojos por parte de los sanitarios y profesionales que dedican su labor al control de los hábitos saludables. Los endocrinos y los nutricionistas de la comunidad aplauden la decisión del Ejecutivo autonómico porque, desde su visión, consideran que la disuasión que se busca es «positiva» para reducir el consumo de estas bebidas, sobre todo entre la población infantil, dado que ayudará a prevenir a tiempo los problemas de obesidad y sobrepeso.

«En comunidades como Cataluña o países como Portugal se ha comprobado que el impuesto ha bajado el consumo de estas bebidas y, por ende, sus perjuicios en la sanidad. Creo que esta medida forma parte de las líneas de la educación sanitaria y puede ayudar a mentalizar desde la base», apuntó este viernes a este diario Antonio de Arriba Muñoz, endocrino pediátrico en el hospital Miguel Servet de Zaragoza.

Él trata cada día a numerosos niños que sufren patologías relacionadas con el sobrepeso y asegura sentirse «sorprendido» ante la actitud de algunos padres. «Hay cosas tan sencillas, hábitos saludables tan básicos, que como nunca nadie se los ha contado pues no los tienen en cuenta. En la obesidad infantil no le podemos poner dieta el niño, sino también a la familia. El éxito será un cambio en todo el núcleo», ha dicho De Arriba.

Respecto a las bebidas azucaradas, a este endocrino aragonés le llama mucho la atención que se consuman de forma diaria. «Han pasado a sustituir el agua, cuando antes la costumbre de tomar estos refrescos era en celebraciones o fines de semana. Estas bebidas no son como tomar un vaso de agua, porque el azúcar que hay en 33 centilitros no es comparable», explica. «Ni tiene vitaminas, ni minerales y encima no sacia la sed. Es totalmente contraproducente para la salud», ha indicado De Arriba.

Hace unos meses, desde la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc) ya solicitaron la imposición de este impuesto de manera generalizada en el país y, además, limitar cualquier publicidad. En este sentido, el endocrino del Servet consideró que se ha llegado a esta situación «porque se ha perdido el control» sobre los hábitos saludables y una buena alimentación. «Esta medida se toma porque es tarde. Lo ideal hubiera sido no tener que pensar en un impuesto y que la prevención primaria mediante una educación sanitaria en los colegios diera sus frutos. En cualquier caso, hay que ver el impuesto en positivo y, cuando pase un tiempo, hacer un estudio de si hay cambios o no», consideró Antonio de Arriba.

EN MÁS PRODUCTOS

El afán de esta tasa no es recaudatorio, sino que penaliza el consumo (como ya ocurre con el alcohol o el tabaco) por los perjuicios que puede ocasionar en la salud.

Por su parte, desde el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Aragón apuntaron a la posibilidad de que el impuesto «vaya más allá» y se aplique a otros productos que tampoco son saludables.

«La medida es necesaria y ojalá se hubiera podido establecer antes, pero nos gustaría también que los productos de bollería, snacks y estas cosas se controlaran. No solo tienen azúcar, también un alto contenido en sal y sodio, dos aspectos adictivos sobre todo entre la población infantil», indicó Alba Santaliestra, presidenta del citado colegio. «Cuanto antes los consumen, más adicción y más ganas de ingerirlos. Hay que dar el salto a más alimentos superfluos», señaló.

Además, Santaliestra consideró que el impuesto puede limitar el acceso a las bebidas azucaradas a las familias con menos recursos «porque tendrán que redistribuir el dinero» y es en estos núcleos donde más problemas de sobrepeso o alimentarios hay. Aunque tampoco es una cuestión de clases porque, según dijo, «entre quienes tienen más nivel adquisitivo el consumo de productos procesados también es muy malo y ahí la economía no tiene límite. El problema está en la educación saludable", dijo.

Respecto al papel de las familias, desde el colectivo de dietistas y nutricionitas llevan un tiempo peleando para que los conceptos de alimentaciones saludable «acaben en los planes educativos» desde la primera infancia. «Los niños son los receptores adecuados y la realidad es que en muchas familias no se disponen de herramientas. Las políticas de salud tienen que facilitar una atención primaria», añadió.

FALO: "ERA EL MOMENTO DE DAR UN PASO AL FRENTE"

Aunque todavía se desconoce cómo y cuándo se aplicará el impuesto sobre las bebidas azucaradas en Aragón, desde la Dirección General de Salud Pública tienen claro que está «perfectamente» encajado en las políticas de salud. De hecho, la revisión o adopción de medidas impositivas para aquellos productos menos saludables ya se contemplaba y figuraba en el Plan de Salud de la consejería de Sanidad. «Es algo que se ha planteado históricamente, como se hizo con el tabaco o el alcohol. Hacer medidas impositivas para prevenir viene de atrás y hay sociedades científicas que llevan años pidiéndolo», recordó ayer a este diario el director general de Salud Pública, Francisco Javier Falo.

Sin embargo, también hay cierta incertidumbre a cómo será su aplicación en Aragón tras lo sucedido en Cataluña, donde el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) anuló el decreto aprobado por la Generalitat en junio del 2017 tras estimar la demanda interpuesta por las asociaciones de distribución, supermercados, comercios y restauración. Allí se sigue aplicando mediante un decreto ley. «Allí las primeras evaluaciones apreciaron una disminución del consumo de estas bebidas, pero el problema llegó en los tribunales. Con esa experiencia en Cataluña, deberíamos plantearnos que estas medidas fueran consensuadas a nivel nacional y no tanto de manera territorial», añadió Falo.

«En cualquier caso, nuestra valoración es que va en la línea de Salud Pública, encaja perfectamente en nuestras políticas de prevención y promoción de la salud», señaló el director general. En este sentido, Falo no entró a valorar si el impuesto llega tarde o no, pero sí señaló que «las medidas saludables son las más fáciles de tomar», porque permiten «una mayor accesibilidad» a productos sanos y que contribuyen en la población.

Igualdad de precios

«Históricamente las bebidas no azucaradas eran las menos caras, pero con la evolución del comercio los precios se han establecido en valores similares. Era el momento de dar un paso al frente y que el acceso a estos productos se hiciera algo más difícil», reflexionó.

Ante la posibilidad de que este impuesto sobre las bebidas azucaradas pueda ser la puerta para que se extienda a otros productos, Falo se mostró cauto dado que todo está todavía por ponerse en marcha, aunque reconoció que si en algún momento hay un planteamiento general, «nos gustaría seguir desarrollando las políticas públicas para que aquello más saludable sea más accesible», reiteró.

Así, recordó los acuerdos nacionales para el etiquetado de los productos con colores distintivos o posibles acuerdos con la industria que «autoregulen» estos adictivos. «Hay previsiones europeas de llegar a grandes acuerdos, para reducir los azúcares. Veremos si funciona o no. La historia nos demuestra que es bueno ir completando algunas regulaciones», añadió.