El año 2004 ha estado marcado ante todo por la reelección de George W. Bush en la presidencia de Estados Unidos, la continuidad de la guerra de ocupación de Irak, los sanguinarios atentados en Madrid, Moscú y Beslán, la muerte de Yasir Arafat y las ofensivas israelís en Cisjordania y Gaza. También por el regreso de los socialistas al poder en España, la ampliación de la Unión Europea, el debate sobre la eventual integración de Turquía, la crisis electoral en Ucrania y el éxito de los Juegos Olímpicos de Atenas y del F²rum de Barcelona. Y más allá, por el triunfo del presidente Chávez en el referendo revocatorio de Venezuela, la victoria de la izquierda en Uruguay, el conflicto en Costa de Marfil, el continuo avance de la epidemia de sida en Africa, la derrota del Bharatiya Janata Party en la India y el retorno al poder del partido del Congreso, la arrolladora expansión económica de los gigantes la India y China, la recuperación de Japón, el miedo a la proliferación nuclear en Corea del Norte e Irán, y la angustiosa confirmación del recalentamiento de la Tierra. Después de todo esto, ¿cómo será el año 2005? Sin duda, se abren doce meses marcados por la incertidumbre.

El 2005 estará condicionado de nuevo por el principal acontecimiento internacional: la situación en Irak. Será el año del juicio de Sadam Husein. Y también el de las elecciones previstas para el 30 de enero. Aún no sabemos con certeza si se organizarán. De celebrarse, las cosas pueden evolucionar de varias maneras. Si las principales comunidades --shiís, sunís, kurdos y laicos-- participan en el escrutinio, y si esta participación es masiva, se puede esperar que el nuevo Parlamento disponga de la legitimidad necesaria para redactar la nueva Carta Magna y nombrar a un Gobierno de unión nacional con suficiente representatividad (y no como el actual del primer ministro Iyad Allaui, nombrado a dedo por las tropas de ocupación) y pueda combatir con más eficacia las diversas fuerzas insurgentes.

Este sería el guión más optimista. El único que permitiría a las fuerzas de EEEU ir pensando en retirarse. Pero es también el más improbable. Porque los ataques de los resistentes en vez de disminuir no cesan de intensificarse y alcanzarán un grado mayor aún de violencia en enero. Cosa que disuadirá a muchos de ir a votar. En particular a los sunís, algunas de cuyas organizaciones boicotearán además el escrutinio. Esto favorecerá y ampliará la victoria electoral previsible de los shiís, que son mayoritarios, los cuales tratarán de imponer una Constitución de carácter islamista duro. Y eso no sólo será rechazado por los sunís, sino también por los kurdos y los laicos. Total: una vez más el espectro de la guerra civil planeará sobre Irak.

Una guerra que, si llegara a estallar, sería seguida con el máximo interés por los vecinos Turquía, Irán, Kuwait, Arabia Saudí y Siria. De manera directa o indirecta, estos estados tratarían de tomar parte en el conflicto y repartirse los despojos de un Irak descuartizado. El presidente Bush, en su último mandato, seguirá constatando que es más fácil conquistar y destruir un país que reconstruirlo. Todo ello obligará a las tropas norteamericanas a permanecer en el país aunque hayan olvidado ya el motivo que las llevó a invadirlo. En teoría, "extender la democracia por Oriente Próximo".

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