París fue el hipocentro; y Zaragoza, el epicentro. El terremoto de la Expo llegó a la plaza del Pilar en cuanto se conoció la designación de la capital aragonesa y cientos de zaragozanos se acercaron hasta el ayuntamiento para bailar al son de Carlinhos Brown y brindar con el champán que se podía recoger de forma gratuita dentro del consistorio.

Había de todo. Mayores y pequeños, zaragozanos de ocho apellidos y ecuatorianos recién llegados. Unos universitarios incluso habían engañado a unas chicas de Erasmus para celebrar el éxito de ZH2O. "¡Viva Zaragoza!", gritaban con acento nibelungo.

Uno de los actos más repetido fue fotografiarse delante de la Casa Consistorial alzando la copa de plástico. Una foto para la historia, para decirle a los hijos y a los nietos: "Yo fui a la plaza del Pilar el día que nos dieron la Expo".

Pasadas las doce, una vez que ya se sabía que el avión con el alcalde y el resto de la comitiva llegaba con retraso por culpa de una avería, se lanzaron los fuegos artificiales, pero para entonces ya quedaba poca gente.

Belloch y las autoridades aparecieron en el ayuntamiento a la una y media de la madrugada. Unas 300 personas les agasajaron. A duras penas llegó a la sala de prensa. Allí, junto al presidente, Marcelino Iglesias, y al exalcalde y líder de la oposición, José Atarés, lanzó un aviso: "Ahora lo importante es que la Exposición sea un éxito". No pudo acompañarles la vicepresidenta, Teresa Fernández de la Vega, porque hoy tiene que madrugar para presidir el Consejo de Ministros.

Belloch también se permitió dar el titular: "Los ciudadanos han merecido ganar la Expo". Le relevó Atarés: "Culminamos una etapa de mucho esfuerzo y empezamos una nueva".

Cerró el turno de intervenciones Iglesias: "Vamos a saltar un escalón de 20 años, porque se abre un periodo de nuevas oportunidades para Zaragoza y para Aragón".

Casi a las dos dejaron a los medios de comunicación para seguir la fiesta. La plaza ya estaba vacía.