Canfranc ha pasado por muchos altibajos en su estado de ánimo con la estación internacional. Su declive empezó hace tantos años, casi medio siglo, que no se hacen ilusiones con facilidad sobre el futuro de esta antigua infraestructura. Sin embargo, ayer, era palpable el optimismo de la villa pirenaica con las obras que van a empezar en la explanada ferroviaria, al menos entre sus representantes políticos.

«Ahora no hay ninguna duda, esto va para adelante», subrayó ayer Fernando Sancho, alcalde de la localidad. «La obra está adjudicada, se ha colocado la primera piedra...», explicó el regidor para fundamentar el entusiasmo despertado por el último proyecto.

En su opinión, «dentro de tres o cuatro años se notará la transformación» que experimentarán los edificios de la explanada, si bien precisó que uno de los principios de las actuaciones previstas es que «respetan el carácter» de las edificaciones.

A Quico Cavero, que fue concejal de Canfranc en pasadas legislaturas, no le cabe duda de que el paso dado ayer ha sido «en la buena dirección» y que, por lo tanto, las cosas «solo pueden ir a mejor».

«A ver si ahora que esto se ha empezado a mover un poco, la cosao sigue adelante y vuelve a ser como era antes», manifestó Mercedes Barba, de 85 años, que trabajó en la estación a finales de los años 40 y durante la década de los 50 del pasado siglo.

El recuerdo del pasado

«Yo pasaba naranjas metidas en cestas de un vagón español a otro vagón de un tren francés», explicó. Ella recuerda con nostalgia aquella lejana época. «Daba gusto, Canfranc era otra cosa, había mucha más actividad», señaló la vecina.

El cierre del túnel ferroviario del Somport cayó como un mazazo sobre la localidad, recordó. «La gente empezó a marcharse a buscar trabajo en otros sitios y aquí solo quedamos cuatro gatos», indicó.

Con todo, la evolución de los últimos años ha sido positiva, desde su punto de vista. «Ahora, de unos años a esta parte, vienen muchos turistas de todas partes a ver la estación y ha sido una suerte que se haya arreglado el vestíbulo, que estaba deshecho», añadió Barba, que junto a Erika Oliva, de 12 años, se encargó de introducir en la cápsula del tiempo ejemplares de todos los periódicos aragoneses del día de ayer.

Javier Garrido, representante de Crefco, la entidad aragonesa que lleva años batallando por la reapertura de la línea férrea entre Zaragoza y Pau, manifestó que la primera piedra de ayer fue «un hecho real». «Hay que ser prudentes, claro, pero lo de hoy demuestra que se va avanzando».

A su lado, Gérard López, representante de Créloc, la asociación gala que lucha por la misma causa, calificó la puesta de la primera piedra de «un pequeño paso hacia adelante, esperando que se vaya a la reapertura de la línea entre España y Francia, que es lo verdaderamente importante».

Apoyo europeo

Ahora, resumió, lo fundamental es que las obras lleguen al túnel, un objetivo que, «gracias al apoyo de Europa», ve factible. «Para el Gobierno francés no es un asunto prioritario, pero si la Unión Europea está detrás, seguramente se decidirá a intervenir y lo mismo puede pasar con el Ejecutivo español», declaró López.

«La actividad, la turística al menos, ha ido a más estos últimos años», comentó una zaragozana que posee un apartamento enfrente justo de la estación internacional. «En todas las épocas del año hay gente que quiere ver el edificio por dentro», añadió.

En su opinión, compartida por todos los vecinos, la clave está ahora en que «el uso ferroviario, con la apertura del túnel, le dé nueva vida a la instalación». Esa sería la gran jugada de Canfranc.