La familia de Vicente Agulló, uno de los 12 militares fallecidos en el accidente del Yak-42 que estaban destinados en el Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo de Zaragoza (EADA), tuvo el triste privilegio de ser la primera en llevar a cabo la exhumación de su deudo.

Los Agulló se enfrentaron a un duro acto en Lalín (Pontevedra), donde en teoría se enterró al soldado. Pero el cuerpo que lloraron era en verdad, según los test de ADN, el de Fernando España Aparisi, compañero del EADA.

Alfonso, uno de los once hermanos de Vicente, definió la exhumación como "un acto de respeto a la dignidad humana". "No poner todas las atenciones a la hora de identificar un cuerpo es faltar al respeto a la persona que lo habitó. Este proceso es el resultado de una investigación que lo único que pretende es tratar a los militares con la dignidad que se merecen", apuntó.

Para Alfonso, cuyo hermano fue inhumado por error en Madrid, lo más sensato es que "si no estaban bien identificados, que se identifiquen. Y que, si alguien ha incumplido las leyes, dé la cara ante la Justicia".