Un pacto fraternal en 1962 entre Armando Abadía, alcalde de Jaca, y Louis Haure, concejal de la francesa Oloron-Sainte-Marie al otro lado de los Pirineos, fue el comienzo de una hermosa amistad como diría Rick Blaine en Casablanca. Al año siguiente, Jaca estrenaría ese «puente de unión y fraternidad entre Francia y España» que tomaba el nombre de Festival Folklórico Internacional de los Pirineos, que puso todas las miradas de una sociedad española (anclada todavía en el franquismo y en el aislamiento internacional que ello provocaba) en Jaca. El acuerdo era que los años impares se celebraría en la localidad altoaragonesa y los pares en la francesa. Y así se hizo hasta que un año después del fallecimiento de Haure, Oloron-Sainte-Marie decidió retirarse del festival (la asociación que lo organizaba estaba sumida en deudas y no podías asumir los 700.000 euros que costaba su celebración) y Jaca, oficialmente desde el 2009, se quedó como único organizador manteniendo el carácter bianual de la misma.

Pero haciendo un poco de historia, en aquella lejana primera edición en 1963 en la que la incertidumbre entre la población era total por lo que iban a poder contemplar, participaron 400 músicos y danzantes de ambos lados del Pirineo (Yebra de Basa, San Sebastián, Bearn...). Un dato que toma más valor cuando se ve que en este 2019 año serán más de un millar (y no va a ser ni mucho menos la edición más numerosa de la historia) los que se reúnan en Jaca para renovar el compromiso con la globalidad ya que una de las señas características de la cita es que se cuenta con grupos folclóricos de los cinco continentes. Todo con un sentimiento de hermandad que queda reflejado desde el himno del propio festival: «Yo también iré a Jaca / al festival, al festival. / Yo también iré a Jaca, / poniendo el alma entera / en mi danzar. / Cantemos siempre unidos/ en apretado haz, / consigamos para el mundo / hermandad, amor y paz».

En 56 años, el festival ha evolucionado mucho, incluso hubo un intento de cambiarlo en cierta medida en 2013 con un modelo que no acabó de funcionar reconvirtiéndolo en un festival más amplio que abarcaba tres fines de semana y en el que se abriá también la puerta a otro tipo de conciertos. Algo que no emocionó a los jacetanos por lo que el modelo volvió a su ser y las calles de Jaca (especialmente la calle Mayor con el desfile de clausura) se convierten durante cinco días en un globo del mundo en el que la población interactúa de un modo alegre y jovial con razas de todo el mundo.

Y eso a pesar de que la retirada de Oloron-Sainte-Marie en el 2006 y la propia evolución de la sociedad ha llegado a que se pusiera en duda desde algunos sectores la celebración del festival. Algo que, sin embargo, no ha acabado afectando al mismo que puede presumir de ser una de las citas más antiguas del panorama nacional y auténtico referente en los grupos de folclore. Algo a lo que también ayuda que la mayor parte de las actuaciones de este Festival de los Pirineos sean gratuitas lo que le confiere a la cita un marcado carácter popular, algo que también estaba en el ideario de Abadía y Haure cuando pusieron en marcha este acontecimiento de «hermandad entre pueblos».