La marcha universitaria que recorrió Zaragoza desde la plaza San Francisco hasta la plaza del Pilar demostró que las estudiantes están dispuestas a recoger el testigo de la lucha feminista. «Si te sientes atacada, te defiende la manada», fue uno de los cánticos, recuperando para el movimiento un término devaluado.

«Tenemos que defender que estamos ante una reivindicación legítima y justa», explicó Eva Pérez. Una de las organizadoras, Yolanda Pecharromán, el eje de cuidados del 8-M ligó el ambiente de la manifestación con las del 15-M. «Lo que estamos viviendo ahora es muy emocionante», destacó.

Entre las asistentes primaban los gestos de emoción, sobre todo entre las manifestantes más jóvenes. «Tenemos la sensación de que está pasando algo importante», aseguró Paula Blanco, estudiante en la facultad de Filosofía y Letras.

Entre la gente que observaba el discurrir de la marcha en el paseo Fernando el Católico la impresión era similar. «Me gusta mucho ver a tanta gente joven, a veces demuestran que todos tenemos mucho que aprender», destacó la administrativa Loli Ferrer.

Con atuendos negros y morados, defendieron el derecho de las mujeres a optar a puestos de trabajo sin tener que preocuparse por la brecha salarial. «Creo que todavía se viven muchas desigualdades en bastantes sectores laborales», destacó Vero Alba.

Bastantes de los lemas que se corearon durante el trayecto buscaban poner el foco en las causas profundas de las discriminaciones. «Mi cuerpo, mi vida y mi forma de follar, no se arrodillan ante el sistema patriarcal», cantaron. A su paso cerraron algunos de los comercios de los ejes comerciales. Y una limpiadora se asomó a una ventana con su trapo para llevarse la gran ovación de la jornada.