Un estudio elaborado por la Universidad de Zaragoza en 1998 sobre los riesgos de hundimientos kársticos en el corredor de la carretera de Logroño ya detectó hasta 23 afecciones por dolinas en la subzona de Casetas, una de ellas en el entorno del colegio Ricardo Mur. Desarrollada por varios profesores del Departamento de Geología, contiene una relación completa de las dolinas que se han encontrado y cartografiado, con una descripción de las características más importantes de la irregularidad, su tamaño y algunos rasgos de la evolución.

En dicha documentación, disponible en la web del Ayuntamiento de Zaragoza, se detallan zonas de Casetas con «peligrosidad potencial y real alta» en el entorno del colegio Ricardo Mur y alrededores, mientras que en otra zona del barrio rural apenas existen. «El reparto de dolinas en esta área es muy desigual, con una mitad meridional en la que la densidad es bastante alta y una mitad septentrional casi exenta de las mismas. En todos los casos predominan las depresiones irregulares, con algunas depresiones circulares en su interior en las que las evidencias de hundimiento son mayores».Entre las detecciones se apunta la presencia de dolinas entre las líneas ferroviarias de Bilbao y Madrid; al pie de la autovía, a 250 metros de la urbanización La Alameda; entre el margen sur del caso urbano y el cementerio; o al norte del ferroricarril Madrid-Zaragoza, junto a la acequía de La Almozara. Esta última está pegada a la parte trasera del colegio Ricardo Mur, donde la calle San Valero es anexa al paso de la citada acequia. La evidencia de estas irregularidades se hace mediante fotografías aéreas o inspecciones.

También se detectan irregularidades en espacios entre el cementerio y el casco urbano y en algún polígono industrial. Con detalle se apunta a la situación de la casa cuartel de la Guardia Civil de Casetas y edificios colindantes. Aquí, a comienzos de los 80, la actividad de la dolina afectó a una vivienda y a un taller, que tuvieron que ser derribados. Otros inmuebles contiguos que se mantuvieron muestran grietas en muros y badenes en las aceras. «El cuartel que se construyó en parte sobre el mismo solar en el que se encontraban los edificios derribados, sufre desde hace casi diez años el hundimiento del suelo, que ha provocado graves daños estructurales en una de sus alas», apunta el informe de 1998.

Precisamente ahí sigue el problema. El año pasado aparecieron grietas en el párking y algunas zonas fueron apuntaladas. De hecho, la Guardia Civil envió a sus técnicos para estudiar si podía haber riesgo de derrumbe. En el cuartel trabajan casi 200 agentes pertenecientes al Seprona, al Grupo Rural de Seguridad, a la Unidad de Reserva, al taller y la zona de armamento de la comandancia provincial.