Lo sucedido los últimos tres días a las puertas del piso de Teresa Romero y Javier Limón ayuda a entender cuánto de nefasta está siendo la gestión de la crisis del ébola en Madrid. Anoche nadie había acudido todavía a tranquilizar a unos vecinos que seguían sintiéndose muy angustiados por la falta de información oficial. En las últimas horas la administración demostró que solo le interesaba sacrificar cuanto antes a Excálibur, la mascota del matrimonio, pese a las súplicas de la pareja para que no mataran a su compañero de vivencias de los últimos 14 años.

Pero ni sacrificar al perro lo hicieron bien. Hasta las cinco y media de la tarde, bomberos y sanitarios no se pudieron de acuerdo en quién y cómo debían entrar a esa vivienda. Durante horas y horas la situación frente a las puertas del piso de Teresa y Javier en Alcorcón rozó el esperpento. Bomberos, sanitarios y veterinarios tenían la orden judicial de derribar la puerta, sacar al perro, sacrificarlo y proceder después a desinfectar y sellar la vivienda. Pero la operación se eternizó y, para colmo, como si supiera que estaba su vida en juego, Excálibur apareció en la terraza de la vivienda varias veces, se encaramó a la barandilla y aulló con tristeza.

Los bomberos de Alcorcón se negaban a acercarse hasta la puerta de la casa con un traje de protección del nivel dos y exigían para derribar la puerta uno del nivel cuatro. Mientras tanto, Carmen y Miguel, los únicos vecinos de rellano de Javier y Teresa, cerraban las maletas y abandonaban el edificio por un tiempo. "Ya volveremos", dijeron mientras huían despavoridos. Y en la puerta principal un centenar de vecinos y miembros de protectoras de animales con sus mascotas presionaban para evitar el fatal desenlace.

GOLPES Y ZARANDEOS

Cuando a las cinco y media de la tarde una furgoneta blanca del servicio veterinario abandonó la vivienda, los concentrados rompieron el cordón policial y alcanzaron a la carrera el vehículo hasta conseguir frenar su marcha. Excálibur estaba dentro, pero la consejería de Sanidad no aclaró si ya iba muerto y el sacrificio se había realizado en su casa.

Entre gritos y sollozos de los manifestantes y vecinos se sucedieron los zarandeos, empujones, golpes y cargas con un saldo de varios heridos, entre ellos el de un joven, en estado reservado, que al caer al suelo se golpeó fuertemente en la cabeza contra el bordillo de la acera.

Ya sin perro en la casa, el equipo de limpieza de una empresa especializada accedió al interior de la vivienda de Teresa y Javier. Los trabajadores retiraron varios contenedores precintados con enseres personales y ropa de la pareja, y al salir precintaron con plásticos toda la pared de la entrada principal, cubriendo incluso el buzón. ¿Y ahora qué pasará con esa vivienda? ¿Podrán regresar Javier y Teresa cuando reciban el alta? Como casi todo en esta crisis que ha colocado España en el mapa mundial... ya se verá.