El problema originado por los residuos de lindano es muy antiguo. Se remonta a hace 30 años, según José Antonio Cuchí, doctor en Ciencias Químicas y profesor de la Universidad de Zaragoza, que procede de la zona de Santa Eulalia de Gállego y lleva mucho tiempo haciendo seguimiento de la cuestión. "El lindano se fabrica clorando benceno, un proceso del que se obtiene un 15% de producto y un 85% de restos inservibles, una especie de polvo blanco que se tira y que es tóxico para la salud humana", explica este experto aragonés.

Durante el tiempo en que la empresa Inquinosa estuvo en funcionamiento "se pudieron llegar a generar entre 100.000 y 200.000 toneladas de residuos en el proceso de fabricación del lindano", según sus cálculos. Ese 85% de esos residuos, denominados hexaclorociclohexano, se tiraba a los vertederos habilitados en El Puente de Sardas y en Bailín, en el entorno de Sabiñánigo. Pero, señala Cuchí, había una parte que se arrojaba "donde se podía, de forma incontrolada", dentro de esa área.

Parte de esos residuos, con el paso del tiempo, han llegado al río Gállego y se han ido depositando en el fondo de los embalses, mezclados con los sedimentos. Este problema afecta a los pantanos de Sabiñánigo, Jabarrella y La Peña. Además, ha podido podido producirse el arrastre de otros residuos que se conservaban en las balsas de Bailín.

Falta de información

Cuchí echa en falta una mayor información por parte de la Administración autonómica sobre las causas del aumento de restos de lindano por encima del máximo permitido, que en el caso de Santa Eulalia de Gállego llega al 400%. En su opinión, puede haber varias causas. Una de ellas es la remoción de los fondos de los embalses y en otros lugares con las tormentas caídas al final del verano. Otra podría ser que se hayan registrado fugas durante el proceso de traslado de los residuos de Bailín al nuevo emplazamiento, situado en las inmediaciones, como apuntó el propio consejero de Medio Ambiente, Modesto Lobón.

En cuanto a las medidas de prevención, Cuchí insiste en que el riesgo reside en beber agua contaminada y en utilizarla para cocinar. Asimismo, tampoco debe emplearse agua con un nivel alto de restos de lindano (por encima de los 0,10 microgramos por litro) para lavarse los dientes. En cambio, esta sustancia, en niveles por debajo del máximo nivel permitido, resulta inocua para lavarse y bañarse.

"El problema es que no todo el mundo puede permitirse comprar agua embotellada", apunta el doctor en Ciencias Químicas, que duda de que todos los habitantes de las poblaciones afectadas consigan evitar el consumo de agua contaminada de una u otra forma.

Además, indica que el residuo de lindano tiene un efecto acumulativo en el caso de la agricultura, dado que se va depositando en las raíces y en los tubérculos. Y llama la atención sobre el hecho de que el río Gállego está ligado, mediante el sistema de riegos, a los canales que llevan agua a los campos de Monegros.

Finalmente, el profesor universitario advierte del efecto negativo que la difusión de una noticia sobre la contaminación con residuos de lindano puede tener sobre el turismo, en especial en una zona que, como el tramo prepirenaico del Gállego, atrae a muchos aficionados a los deportes acuáticos.