Lo que ha pasado es muy sencillo y muy tremendo: ha fracasado de forma absoluta una estrategia política que pretendía calificar definitivamente a Aragón como región secundaria , sometida a una relación paternofilial con el poder central, a un intercambio desigual en lo económico y a una asfixia informativa y cultural que debería dejar a nuestra sociedad civil abierta a cualquier tipo de manipulación. La clave de este proyecto parido en La Moncloa y sus aledaños era, por supuesto, el PHN, que venía a ser simultáneamente el combustible de la especulación inmobiliaria en el Arco Mediterráneo (manejada por buenos amigos de los gobernantes) y la piedra de toque para humillar a los aragoneses sumíendolos en la apatía conservadora y cazurra propia de la España profunda. Todo ello se ha venido abajo y aún no somos capaces de vislumbrar la importancia de tal fenómeno. El paseo militar que vaticinó Cañete ha fracasado. Aragón ha vencido.

El proceso político y electoral que culminó la jornada del domingo se ha desarrollado en dos contextos superpuestos, el nacional y el regional, que a su vez han interactuado entre sí. Por eso, cuando el 14-M colocó a Aragón como una de las comunidades esenciales en la derrota de Rajoy y el éxito de Zapatero (junto a Cataluña, Euskadi, Andalucía y Extremadura), lo que había cristalizado aquí era, de un lado, la movilización de los votantes de izquierda en una reacción natural frente al desafío conservador y, de otro, un nuevo ajuste de cuentas de los votantes aragoneses con los promotores del trasvase del Ebro.

TRAS LOSreveses sufridos por el PP de Aragón en las elecciones municipales y autonómicas del año pasado, el Gobierno central y su partido todavía confiaban en resolver positivamente las generales. Intentarían sacar más votos (aunque terminasen empatando en escaños con los socialistas) o incluso repetir la victoria en las tres circunscripciones (que era lo vaticinado por el CIS). Sería el placet aragonés al trasvase, cuyo inicio se aceleraba desde el Gobierno central no solo como reclamo electoral en el Levante, sino como muestra palpable de su determinación (la de Aznar y Rajoy) de llevarlo a cabo por encima de todo.

¿Como vender el PHN? Bueno, estaba el manido, sobado y fantasmagórico Pacto del Agua; estaba la imposición del trasvase como una realidad ya inevitable; estaban las tácticas de distracción emprendidas desde medios oficiales, amigos o comprometidos de alguna manera con el Gobierno central; estaban los cómplices locales (y no sólo las terminales orgánicas del PP), algunos de ellos dejándose caer con disimulo. No importaba que en la UE apareciesen estudios que desautorizaban el trasvase desde perspectivas medioambientales, económicas e incluso normativas; no importaba que los expertos en Hidrología de todo el mundo criticaran abierta y unánimemente esa obra en informes al Banco Europeo de Inversiones (BEI) y otras entidades; no importaban las manifestaciones, las protestas y las acciones legales, ni siquiera el hecho de que el nuevo gobierno catalán, el Tripartito , se pronunciara decididamente contra el PHN... Frente a todo ello el PP, con la colaboración de algunos medios e intelectuales orgánicos aragoneses cuya actitud en estas últimas semanas habrá que analizar algún día, mantenía un argumentario basado en el anticatalanismo y en la sistemática siembra de dudas sobre la sinceridad de los socialistas a la hora de oponerse al trasvase. Así mientras el Gobierno central apuraba la legislatura poniendo primeras piedras en Valencia y Murcia o encargando ya quinientos kilómetros de tuberías, por aquí los había que escudriñaban en el programa del PSOE buscando contradicciones o recuperaban de la web de Esquerra Republicana un mapa de los supuestos Països Catalans para usarlo como evidencia de las intenciones imperialistas de nuestros vecinos y aliados en la lucha por el Ebro.

ESTA TRAMAha sido deshecha en las urnas por una nueva movilización, incentivada como en el resto de España por el impacto del 11-M y la evidencia de que el Gobierno abordaba también esta enorme tragedia con la misma tendencia a la tergiversación y la prepotencia que tanto hemos sufrido aquí en estos cuatro años de total hegemonía conservadora.

Ante Aragón se abre ahora una nueva etapa que va a exigir un cambio en el discurso de nuestras instituciones, especialmente de la DGA. Ahora es el momento de que los líderes regionales (Iglesias, Belloch y los demás) sean capaces de rentabilizar en la escena nacional el papel que ha tenido esta comunidad en la caída del PP y al tiempo vayan sustituyendo su discurso contra el trasvase por nuevas propuestas y acciones (entre las cuales será preciso incluir un nuevo y razonable consenso hidráulico) que generen un gran impulso social hacia adelante.

Soy de los que nunca dudaron de que el clamor ciudadano (sucesivo y constante) contra el PHN, contra la guerra de Irak, contra el terrorismo y por la libertad triunfarían sobre el miedo, el totalitarismo y las mentiras. Anuncié una y otra vez que Aragón no se dejaría conducir esta vez al redil donde balan impotentes los corderos. No saben cuánto me alegro de haber acertado.