Dimitió ayer Alberto Ruiz-Gallardón como ministro de Justicia. Abandona la vida pública después de pasar 30 años ejerciendo distintos cargos y pudiendo presumir de llevar varias mayorías absolutas a sus espaldas y de haber gestionado uno de los momentos más difíciles de la ciudad de Madrid: el de los atentados terroristas del 11-M. Prácticamente lo ha sido todo en política excepto lo que un día reconoció que le gustaría ser, presidente del Gobierno, una confesión que le costó que el entonces líder de su partido, José María Aznar, le diera la espalda y una parte de la familia popular desconfiara de sus intenciones cuando se ofrecía para según qué puestos.

Durante una larga etapa fue considerado el progresista, el izquierdoso del PP, pese a que ahora termina su trayectoria tachado de ultraconservador por su ley de aborto. Tan amante de la ópera y de la música clásica como desconocedor de deportes como el fútbol, Gallardón ha sabido llevarse mejor con algunos miembros de la oposición --su amistad con el socialista José Bono les llevó a pactar no enfrentarse jamás en unas elecciones en la capital, por ejemplo-- que con determinados compañeros de filas. Sus rifirrafes con Esperanza Aguirre son célebres. "¡Vaya tropa!", llegó a decir Rajoy con sorna en alusión a ambos.

Pocos olvidan la tarde de enero del 2008 en la que Aguirre y Gallardón fueron citados en el despacho de Mariano Rajoy. El ya por entonces alcalde soñaba con ser diputado y le había pedido a Rajoy ir en las listas. Pero Aguirre, que creía intuir que Ruiz-Gallardón quería estar en el Congreso para dar el salto a la presidencia del PP por si el líder perdía de nuevo las elecciones, exigió ser diputada también. Rajoy se lo negó a ambos y Gallardón amagó con dimitir. Pero no lo hizo.

El hasta ayer titular de Justicia nació el 11 de diciembre de 1958 en Madrid. Licenciado en derecho y fiscal de carrera en excedencia, es hijo del abogado y político conservador José María Ruiz Gallardón, como le gusta recordar cada vez que tiene ocasión. Se afilió a la Alianza Popular de Manuel Fraga --un político por quien siempre sintió devoción-- con 18 años, y en 1983, con apenas 25 años, ya era concejal. En los discursos que durante años ha pronunciado en los diferentes congresos de su partido, nunca se ha privado de recordar que él es un pata negra de la familia popular. Bien es cierto que está ahí desde los inicios y vivió de cerca las refundaciones o las transiciones desde la derecha férrea al centro derecha que sirvió de plataforma a los suyos para alcanzar el poder.

En 1987 entró como diputado en la Asamblea madrileña y de ahí pasó después al Senado, donde estuvo varias legislaturas. Fue en 1991 cuando se presentó por primera vez como cabeza de lista en las autonómicas en Madrid. Ganó pero no gobernó. Llegaron después las victorias por mayoría absoluta y algunos llamativos proyectos de infraestructuras con obras en el metro y en distintas carreteras de circunvalación.

En vísperas de las municipales del año 2003, recibió una llamada de Aznar, quien le pidió que fuera candidato a la alcaldía. Gallardón aceptó. Y ganó: planificó la faraónica obra de la M-30, sumó a Ana Botella a su equipo e impulso la candidatura olímpica. En mayo del 2011 volvió a ganar en Madrid, pero en diciembre, Rajoy le llamó al Gobierno (y él dejó a Botella el ayuntamiento). Y con la cartera, llegó el encargo de la ley del aborto.