La chimenea de la central térmica de As Pontes de García Rodríguez, en la provincia de La Coruña, no ha vuelto a echar humo desde la pasada primavera. Este conducto tiene nombre propio, Endesa, y sus 356 metros de altura lo convierten en el más alto de Europa. La central gallega es la térmica de mayor potencia de toda España (2.318 megavatios, frente a los 1.050 que tiene la de Andorra) y ostenta también el récord de ser la compañía más contaminante del país y la número 17 de Europa. Después de 43 años quemando carbón (desde el 2007, solo de importación) para producir electricidad, la planta enfila su final, todo un símbolo de la transición energética en España.

El cierre inminente anunciado por Endesa hace dos semanas ha cogido a contrapié a las 700 familias que viven de este complejo industrial, con un imponente peso económico en la comarca. As Pontes era una de las cinco térmicas de carbón españolas llamadas a alargar su vida hasta el horizonte del 2030, ya que la eléctrica estaba acometiendo las obras para cumplir con la normativa europea de reducción de emisiones que entra en vigor el próximo julio, con una inversión de 217 millones. Pero los costes por emisión de CO2 (gas causante del cambio climático) se dispararon un 50% en el último año y este encarecimiento ha lastrado la rentabilidad del negocio y precipitado la decisión de cierre.

El ayuntamiento de la localidad ha encargado un estudio a la Universidad de La Coruña para cuantificar el impacto económico de la central en la comarca. En espera de este análisis académico, otros datos oficiales hablan del enorme peso de la planta. En plantilla hay unos 200 empleados y 500 más en el transporte del carbón y otras actividades subcontratadas. A ellos hay que sumar cerca de un millar de puestos de trabajo indirectos, en comercio y servicios.

PÉRDIDA DE RENTABILIDAD

Gracias a esta gran central, este es el segundo municipio con mayor renta de Galicia, con 29.154 euros anuales, por encima de la media de su comunidad (23.249) y de la de España (26.618). El caso es análogo al de Andorra, que hasta el 2016 era el primero de Aragón en riqueza por habitante, aunque en el 2017 bajó al tercer puesto con 28.767 euros al superarle Cuarte de Huerva y Villanueva de Gállego.

A través del puerto de Ferrol entraban cada año unos cinco millones de toneladas de carbón para la central gallega. Esta mercancía supone la mitad de los tráficos de esta dársena y el sustento de unos 150 transportistas que cargan el mineral los 60 kilómetros que separan el muelle de la térmica. Hace ya doce años que Endesa no quema carbón gallego, desde que agotó la que era la mayor mina a cielo abierto del país, ahora convertida en un lago artificial.

El aumento de los costes de emisión de CO2 es el principal argumento que ha esgrimido Endesa para dejar de operar esta térmica y la de Litoral (Almería), que suman a los ceses ya conocidos de las otras dos plantas de este tipo -Andorra y Compostilla (León)- que la eléctrica tiene en España. Se estima que los bonos de CO2 se encarecieron un 50% en el último año, hasta unos 35 euros por tonelada. A esto se suma la merma de los ingresos por la menor competitividad del carbón frente al gas o las renovables.