Tan solo la cámara (y últimamente la memoria) sigue siendo una prestación exigida por el usuario cuando se va a comprar un móvil. Un tema que se ha convertido en recurrente en cada nueva presentación de un modelo de iPhone (y van 11) porque sus críticos lo consideran su punto débil. Al iPhone, aunque en su versión 4, hay que atribuirle también la introducción de la cámara frontal, lo que dio pie a la epidemia del selfie. Desde entonces, las fotos ya no han vuelto a ser iguales y las ventas de cámaras se han desplomado. Han tenido ayuda de Instagram --la app que convirtió a todo el mundo en fotógrafo con sus filtros embellecedores en el 2010 y que se estrenó en el móvil de Apple-- y de las redes sociales.

El primer iPhone también estrenó las noticias geolocalizadas gracias a Yahoo, que les creó OneSearch, un primer widget que seleccionaba sugerencias de lugares y noticias a partir de una localización que había que escribir a mano. Cuando añadieron el GPS, en la versión 3G, los desarrolladores comenzaron a usar la localización en sus programas. Un cuestión de la que Nokia hizo bandera con la compra de Navteq en el 2007, pero que no la salvó del desastre.

Añadir el navegador GPS a los móviles dio un vuelco a toda la industria. Navteq se quedó en la órbita de Microsoft para los mapas de Bing; Tomtom compró Teleatlas y acabó dando servicio a la app de Mapas de Apple. Y Google convirtió su archifamoso Google Maps --que tuvo su primera versión en el primer iPhone-- en el servicio más popular. Ya no se envían direcciones, solo las coordenadas.