El consejero de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, el comisario de aguas de la Confederación Hidrográfica del Ebro, René Gómez, y alrededor de una veintena de alcaldes de localidades ribereñas avanzaron ayer en el diseño de un plan de gestión y actuaciones en el Ebro que palíen los daños de las avenidas y minimicen los riesgos de las crecidas. Esta reunión estaba convocada con anterioridad al episodio de crecida extraordinaria vivida a mediados de abril, por lo que durante el encuentro no se habló de ayudas ni afecciones, a la espera de que baje el nivel de inundación y se puedan evaluar los daños en bienes privados y públicos.

Lo que quedó claro, y así lo remarcaron los representantes de las cuatro partes reunidas, fue la lealtad institucional y la voluntad de acometer obras en todos los municipios que minimicen el impacto de las riadas, y acabe con «la percepción que tienen los vecinos de los pueblos ribereños de que cada riada que se produce hace más daño que la anterior», como indicó el consejero Olona.

COORDINACIÓN

Este volvió a recordar que el Gobierno de Aragón calcula que una acometida integral del río para que el impacto sea menor en caso de riadas tendría un coste aproximado de 80 millones de euros. Esta es la cantidad que le expuso el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, al presidente del Gobierno, en su reciente encuentro en La Moncloa. Obviamente, esta ambiciosa partida debería ser asumida por todas las partes afectadas, en la proporción que se acordase y en función de los recursos de cada administración.

Olona aprovechó para solicitar a todos los municipios que efectúen el listado de obras que consideran necesarias en sus localidades. Técnicos de la CHE y del Gobierno de Aragón ya explicaron que no son partidarios de dragados del cauce en largos tramos del río. Estos, según explicaron a los asistentes, son muy costosos, es difícil predecir cómo afectará la erosión del río y el comportamiento del arrastre de sedimentos y además apenas sirve para disminuir el nivel del agua. Según experiencias realizadas en la ribera navarra, inversiones superiores a 5 millones de euros, con casi un millón de metros cúbicos de tierra dragada, apenas disminuyeron el nivel de la riada en 10 centímetros.

Eso sí, se mostraron partidarios de hacer limpiezas «puntuales» en algunos tramos concretos, y como señaló Gómez, «de los comportamientos de cada riada aprendemos para la próxima». En este sentido, se ha visto cómo es necesario retranquear algunas motas, dejar otras inservibles porque no contribuyen a paliar daños de la riada y se apostará por construir más cauces de alivio que permitan laminar las avenidas, así como el desbroce de maleza en los cauces. Otra medida que se va a empezar a hacer en Pradilla, y que ya han solicitado otros municipios como Torres de Berrellén o Alcalá de Ebro es la actuación forestal en los montes públicos adyacentes al río. Esta experiencia piloto contribuirá también a evitar arrastres y a respetar la dinámica del río.

El propio alcalde de Pradilla, Luis Eduardo Moncín, admitió que las obras emprendidas por la CHE tras las inundaciones del 2015 han reducido el impacto de la crecida de este mes de abril, aunque todavía es prematura la evaluación de los daños, ya que hay agua estancada todavía. En cualquier caso, las obras acometidas sirvieron para que los males fueran menores en esta zona conflictiva entre Pradilla, Cabañas y Alcalá de Ebro. Por contra, la riada tuvo un efecto más devastador en la parte baja del río, como en Quinto o Pina de Ebro.