Eva Serrrano y su mujer Isabel Ruiz intentaron ser madres a través de la inseminación artificial, pero la técnica no funcionó. Tuvieron que optar por la fecundación in vitro y lo consiguieron a la primera, pero les queda la espinita de que no pudo ser en la pública. «En ese momento pedían muchos requisitos y como éramos un matrimonio de dos mujeres no se nos daba opción», recuerda.

«Nos comentaron que había más posibilidades con la fecundación y, aunque sabíamos que económicamente suponía más esfuerzo, no tuvimos dudas», cuenta Eva. Ella fue quien le donó los óvulos a su mujer Isabel que «a la primera» consiguió quedarse embarazada. «Me parece un gesto muy bonito porque las dos aportamos. Yo puse la parte genética y ella los gestó. Teníamos claro que sería ella», recuerda.

La pareja, que reside en Zaragoza, tiene ahora dos hijos de cinco años. «Fue todo muy rápido. Conocíamos a una madre soltera que había ido a Quirónsalud, con muy buenos resultados, y nos decidimos. El trato fue espectacular», dice Eva.

Desde un principio les dijeron que eran dos niños, pero también pasaron un «trago amargo» porque les comentaron que «seguramente» uno se perdería dado su tamaño tan pequeño. «¡Pero no fue así! Yo le decía a mi mujer que no se preocupara, que como buenos aragoneses somos fuertes y, al final, ambos salieron adelante», cuenta.

Su gasto fue de unos 6.000 euros, pero tampoco saben si habrían puesto un límite. «En un tema así, cuando se desea tanto, nunca hay límite, aunque obviamente supone un desembolso», reseña Eva, quien recomienda «totalmente» la experiencia de la fecundación in vitro a cualquier mujer.

«Es duro cuando te dicen que no te quedas, es frustante, pero es un proceso sin riesgo, sin efectos secundarios y con un final feliz cuando tienes a tus hijos», ratifica la aragonesa.