Los incidentes producidos por el llamado fuego amigo son una trágica realidad de la guerra desde tiempos inmemoriales. La confusión del combate crea un ambiente que empaña las percepciones y hace que los soldados yerren en la identificación de los objetivos a los que están apuntando, o que avancen equivocadamente hacia la línea de fuego de unidades aliadas que pueden estar preparando el campo de batalla con la artillería. Durante la guerra de secesión, uno de los generales más temibles del Ejército confederado, Stonewall Jackson, murió después de que uno de sus propios soldados le disparara por error, cambiando el curso de la guerra.

En el siglo XXI se podía esperar que los riesgos procedentes del fuego amigo se hubieran reducido, pero el número relativo de incidentes parece ir en aumento. Varias fuentes sitúan las bajas causadas por el fuego amigo durante la segunda guerra mundial entre el 18% y el 21%; en la guerra de Corea, sobre el 18%; y se cree que en Vietnam la cifra estuvo alrededor del 39%. Pero durante la primera guerra del Golfo, este número dio un salto dramático, ascendiendo al 49% de todas las bajas reconocidas. El Ejército de Estados Unidos calcula también que cerca del 77% de todos los daños que sufrieron sus vehículos blindados en ese conflicto fueron causados por fuego amigo.

Esta tendencia se mantuvo en Afganistán, como se demostró cuando una bomba de 900 kilos cayó junto a un grupo de soldados de EEUU y de la Alianza del Norte durante la batalla de Mazar-e Sharif. Canadá sufrió una de estas fatalidades en su primer combate después de varias décadas, también en Afganistán, cuando dos F-16 de EEUU dejaron caer sus bombas sobre soldados canadienses identificados como enemigos.

En la operación Libertad Iraquí se han producido incidentes por fuego amigo prácticamente desde el principio de la guerra. Una batería de misiles Patriot de EEUU destruyó un avión británico; un avión F-16 destruyó un lanzamisiles Patriot; y ayer se informó de que 30 marines estadounidenses fueron heridos por el fuego de la artillería aliada.

Un fratricidio puede ocurrir por muchas razones, desde un error en la identificación de las unidades a las que se apunta, hasta una mala coordinación entre las fuerzas o un escaso conocimiento del campo de batalla. La importancia creciente que ha adquirido la velocidad en la evolución militar también desempeña un papel importante. La presión por matar o morir tiene como consecuencia la comisión de errores o la pérdida de vidas.

El tipo de misión que los soldados tienen que llevar a cabo también puede tener como consecuencia cifras de fratricidios mayores o menores. Si los soldados están intentando defender una posición, hay un 7% de posibilidades de que se produzca. Si están atacando una posición enemiga, se elevan al 25%.

A lo largo de los años, los ejércitos han tomado medidas para reducir los casos de bajas causadas por el fuego amigo; algunas de estas medidas han sido simples, y otras se basan en soluciones tecnológicas. Por ejemplo, asegurar que todas las unidades de diferentes servicios puedan comunicarse entre sí es crucial. Dicha medida puede comportar complicaciones: se corre el riesgo de que el tráfico de las redes de comunicaciones se sobrecargue, así como de que sea interceptado por las fuerzas enemigas. Pero la capacidad para comunicarse por radio con una fuerza amiga que podría dispararnos por error puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte de los soldados en el campo de batalla.

Los sistemas perfeccionados de identificación de objetivos incorporados en el tanque de combate principal M1-A2 SEP del Ejército estadounidense permiten que los soldados identifiquen con precisión a quién están apuntando y que puedan disparar sin preocuparse por la que fue la mayor causa de incidentes por fuego amigo en la guerra del Golfo de 1991. Además, estos nuevos tanques facilitan que, en el campo de batalla, los comandantes y las tripulaciones puedan visualizar mejor dónde están sus fuerzas en relación con las del enemigo.

Pero desdichadamente, todavía no se ha empleado ninguno de estos nuevos sistemas en la guerra de Irak. La única unidad que se ha beneficiado de dichas mejoras ha sido la Cuarta División de Infantería, cuyo equipamiento ha estado retenido en buques de carga en medio del Mediterráneo esperando la aprobación para desplegarse en Turquía, que no ha llegado.

Pero el campo de batalla no es transparente. A pesar de los activos tecnológicos que el Ejército de EEUU ha desplazado hasta Irak, el error humano y la incapacidad fundamental de cualquier ejército para penetrar con precisión en la confusión que envuelve el campo de batalla significan que el fuego amigo seguirá siendo una desdichada realidad de la guerra.