Muy divertida resultó la corrida de rejones, con la que ayer se cerró la feria taurina del Pilar. Un festejo en el que Sergio Galán cortó una oreja en cada uno de sus toros y Alvaro Montes y Diego Ventura, se llevaron un trofeo cada uno. En sus otros enemigos Alvaro Montes vio silenciada su labor y Diego Ventura fue ovacionado.

Sergio Galán salio a hombros al término del espectáculo, que satisfizo plenamente a los asistentes a este tipo de festejos, en el que se sientan en el tendido más espectadores aficionados a los caballos que a los toros, ansiosos de disfrutar.

Como siempre, se dieron cita en los tendidos de La Misericordia, familias completas que, acompañadas de sus hijos menores, quisieron disfrutar de la última tarde de fiestas, con una diversión en familia.

El encierro de la Condesa de Sobral, preparado para el efecto, y, perfectamente despuntado, tal y como se autoriza en el reglamento taurino, no planteó excesivas dificultades para los rejoneadores, dejando a salvo que algunos de ellos, demasiado gordos, resultaron en algunos momentos de la lidia, excesivamente parados, pero la realidad es que todos sirvieron el triunfo en bandeja a sus oponentes.

Un salto al callejón, del primero de la tarde y algún amago de hacerlo de otro de los lidiados, no puede ser demerito para una corrida que sirvió para el lucimiento de los rejoneadores.

Alvaro Montes no acabó de cogerle el sitio al primero de la tarde, un animal, al que recibió de salida con Boris, y con el que se lució en banderillas, de la mano de Sinchal y Nocturno, con el que se lució poniendo, al violín, los pares más espectaculares de la tarde. Como el rejón de muerte resultó algo trasero y el animal tardó en morir, los aficionados silenciaron su labor.

Con su segundo, las cosas mejoraron ostensiblemente, con Jano, de salida, utilizando la garrocha, para dar un ambiente más campero a su actuación.

Con Santisteban, un animal que se lanzaba como un cohete hacia el astado, colocó banderillas a una sola mano, luciéndose, de nuevo, clavando los pares al violín, cuando toreó con Sol.

Lo mejor de la tarde llegó de la mano de Sergio Galán, y sobre todo, en el tercio de banderillas, de su primero con Montoliú y Pamplona, dos monturas que miran al astado con la misma frialdad que el mejor de los matadores del escalafón.

En su segundo, Cisneros, con el que colocó espléndidas y arriesgadas rosas, fue el protagonista de su labor, que le permitió salir a hombros por la puerta grande, al cortar la segunda oreja

Diego Ventura, que cerró el festejo, se mostró espléndido al recibir a su primero con Nogal, rematando su labor, en el tercio de banderillas con México, un animal que volvería a sacar en el segundo toro de su lote y que reacciona expléndidamente a los incidentes y vicisitudes de cada uno de los momentos de la lidia.

Debe de destacarse que lo mejor de su actuación llegó de la mano de esta montura (México) en su primero, toreando a dos pistas, con la suficiente templanza, para que el astado recorriera prácticamente todo el anillo de la plaza, entre el clamor de los espectadores.

En el que cerró plaza, Bambi y Té en banderillas, le permitieron redondear una labor, que al final, por su excesiva velocidad, no acabó de encontrar el oportuno refrendo entre los espectadores.