Fiesta, charangas, verbenas, pasacalles, comilonas… Esa está siendo en muchas localidades aragonesas la tónica habitual en este mes de agosto, durante el que muchos municipios aprovechan para celebrar sus fiestas patronales. Y después del desfase, toca hacer balance: algunos repararán en que han bebido algo más de la cuenta; y otros, en que su bolsillo se ha quedado sin cuartos. Entre ellos los ayuntamientos. Ahora, con la crisis achicándose, la situación ha mejorado de unos años a esta parte.

Muchos consistorios ya respiran económicamente y han elevado este año sus partidas destinadas a los festejos populares, después de años disminuyendo.

Es el caso de Triste, una pequeña localidad oscense en la que apenas viven una decena de personas durante el invierno. En verano, como es habitual en muchos pueblos aragoneses, dicha cifra se multiplica por decenas, lo que les permite recaudar dinero para celebrar sus fiestas, que han sido esta semana pasada. «Cada año ha ido aumentando el presupuesto, pero esto es sobre todo porque hemos intentado innovar y tirar de ingenio. Por ejemplo, ahora organizamos una fiesta de la cerveza a principio de verano con la que recaudamos fondos», cuenta Marta Gimeno, miembro de la comisión de fiestas. El ayuntamiento da a los organizadores 300 euros, que se suman a un presupuesto total de unos 5.000, superior al de años anteriores. Con la barra, pueden llegar a ingresar más de 1.000 euros cada noche. La voluntariedad y ayuda de los vecinos, aun así, se hace indispensable.

«El chocolate que damos de merendar a todos en fiestas lo hago yo en casa -ríe Gimeno-. La fiesta tiene que continuar sea como sea. Sería un drama si no».

«Las fiestas son el punto de encuentro de todos los del pueblo, si no nos juntaríamos nunca», cuenta Faustino Archilada, alcalde de Tormón, un pequeño pueblo de Teruel acosado por la despoblación. Según dice, su ayuntamiento se ha gastado este año unos 7.000 euros, lo que contrasta con años anteriores, cuando era una comisión la encargada de recaudar el dinero y pagar las fiestas. «Hace no mucho el ayuntamiento estaba a cero, y ahora estamos un poco más sueltos», relata Archilada.

Durante los años más duros de la crisis, los presupuestos destinados a fiestas populares llegaron a descender hasta un 30% de un año para otro. En la actualidad, ese decrecimiento se ha revertido. En Fraga, que celebra sus fiestas en octubre, el pasado año se gastaron 30.000 euros más con respecto al anterior, llegando a alcanzar la cifra de 140.000 euros, que se reparten entre unos 80.000 que gasta el ayuntamiento directamente y 60.000 de subvención a la Peña Fragatina. Además, este año, la capital del Bajo Cinca contará con cinco nuevos espacios. «Ahora, debido a que en la crisis se bajaron mucho los precios, se pueden hacer más actos con el mismo dinero», admite Miguel Luis Lapeña, alcalde del municipio.

En Bronchales, este año el presupuesto también se ha incrementado en 3.000 euros, alcanzando así los 23.000. De ellos, 17.000 son para pagar las actuaciones musicales. Pero la palma se la lleva Calatayud, que ha estado esta semana pasada celebrando las fiestas en honor a San Roque y en las que las peñas se han gastado 500.000 euros. Este dinero lo obtienen de sus más de 4.000 socios y de una subvención del consistorio que asciende a los 40.000 euros. Hace 6 años, en mitad de la crisis, la cifra de peñistas apenas alcanzó los 3.800.

Una «inversión»

A pesar de todo, la austeridad no ha hecho por irse todavía. En Belver, con la llegada de la nueva corporación municipal hace tres años, rebajaron el presupuesto de 50.000 a 40.000 euros, una cifra que se ha mantenido constante hasta la fecha. «Nosotros no quitamos nada, pero renegociamos los contratos», explica Alejandro Poy, concejal de festejos de Belver, que añade: «este dinero es un gasto pero también una inversión porque hay mucha gente que viene al pueblo, consume, y los bares lo notan».

En lo que todos están de acuerdo es en que no volverán los tiempos de derroche en los que, después de fiestas, las arcas de los ayuntamientos se quedaban temblando.