La reacción de la Margen Izquierda, dispuesta a realizar una protesta el día de San Valero y su petición de paralizar el debate sobre la peatonalización de la calle Don Jaime I, llevaron ayer al Gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza a mover ficha. Y su respuesta fue la de descartar ya cualquier posibilidad de cortar el puente de Piedra al tráfico rodado y la de convocar de urgencia a las asociaciones de vecinos del distrito del Rabal para acercar posturas y evitar la protesta que querían realizar el día de San Valero en el Balcón de San Lázaro. Esto último, por mediación de Lola Ranera, presidenta de ese distrito y encargada de iniciar una primera ronda de contactos "de forma inmediata" con todas las asociaciones de la ciudad. Encuentros que deben finalizar antes de la festividad del próximo día 29.

Así lo aseguró el vicealcalde de la ciudad, Fernando Gimeno, en declaraciones a este diario, quien dijo comprender la preocupación de la margen izquierda al tiempo que señaló que "no pueden impedir que el resto de la ciudad opine". "Si el problema es la movilidad, desde ya podemos decir que el puente de Piedra no se cortará al tráfico", que no se hará totalmente peatonal. "Se deja igual que está y ya está pero, ¿no se puede hablar de nada más?", se preguntó. A su juicio, esta es "solo una parte del debate que queremos iniciar" con los vecinos, "pero no por ello se puede pedir paralizar el proceso de participación".

HERMANOS POBRES

"No queremos que este proyecto se convierta en un enfrentamiento entre el Casco Histórico y el resto de barrios de la ciudad", indicó Gimeno, quien destacó que "tampoco hay motivo para convocar manifestaciones". Además, apostilló que en este proyecto "tiene más que decir la ciudadanía sobre cómo lo quiere, que el consistorio plantear qué pretende hacer". Se trata, en definitiva, de "tener visión de ciudad" y de pensar en que "no podemos dejar que el Casco se muera", sobre todo después de la marcha de los juzgados a los suelos del recinto de la Expo.

Aunque eso no quita para que el ayuntamiento ya esté dándole vueltas a qué actuación acometer en el vial que conecta el paseo Echegaray y Caballero con el Coso y la plaza España. Una intervención que, en cualquier caso, "durará menos de tres meses". Es un requisito indispensable, junto al de hacerlo en verano, de junio a septiembre.

El problema es que los comerciantes de Don Jaime I "no quieren ser los hermanos pobres de la calle Alfonso". Así se lo han expresado al consistorio, al que le piden, en caso de que se acepte, que la apariencia definitiva sea similar a la de esta. Pero eso supondría un desembolso elevado, por la calidad de los materiales, las farolas, papeleras y el resto del mobiliario.

Demasiado costoso para una peatonalización que siempre se ha pensado asemejar al diseño que tienen otras calles del centro como, por ejemplo, la de Cinco de Marzo, con hormigón coloreado en el centro y una capa con grosor suficiente para alcanzar la rasante de las aceras. Cortada al tráfico rodado aunque con posibilidades de acceso a residentes y para abastecer a los comercios. Una obra como la de la calle Alfonso dispararía la factura y alargaría unos plazos que siempre se ha pensado que fueran breves para minimizar el impacto negativo que pueda tener la realización de los trabajos. Casi todo es negociable.

Lo que es evidente es que el debate sobre Don Jaime I ya está en la calle, antes incluso de que se sentara a hablar el ayuntamiento con las asociaciones que les representan, o con el Colegio de Arquitectos para asesorarse o con los partidos políticos con representación en el salón de plenos. Ya se habla de ello, y sin un papel sobre la mesa sobre el que poder discutir.