Decía el filósofo romano Séneca que «la ceniza nos iguala a todos», aunque la dejada por las mochilas quemadas por los repartidores de Glovo en protesta por su compañero muerto el pasado sábado en un accidente de trabajo en Barcelona no evidencia lo mismo. La muerte de un joven nepalí de 22 años ha vuelto a centrar el foco en las precarias condiciones de trabajo del colectivo rider y los riesgos que estas entrañan. Los expertos consultados reconocen que ya no tiene mucho sentido especular sobre lo que hubiera ocurrido si el joven hubiera operado como asalariado en lugar de como autónomo, aunque subrayan que las compensaciones para sus seres queridos sí serían diferentes.

La ira expresada por el primer accidente mortal de un rider va más allá del caso concreto y es contra un modelo empresarial basado en la externalización de la gran mayoría de costes humanos que forman parte del proceso. Un modus operandi que está siendo juzgado en los tribunales y sobre el que Inspección de Trabajo ya se pronunció hace un año en la capital aragonesa: los riders deben ser asalariados. El caso está pendiente de juicio.

La abogada zaragozana Carmen Esteban recuerda que «si estos trabajadores estuvieran dados de alta como asalariados, Glovo tendría la obligación de dotarles del equipo necesario», como un casco o un chaleco reflectante, y de impartirles una formación en riesgos laborales. «A veces los accidentes son un cúmulo de circunstancias y de mala suerte, pero quién sabe, quizá si hubiera estado mejor equipado las consecuencias hubieran sido diferentes», indica la abogada especializada en Derecho Laboral.

Desde Glovo se reafirman en su modelo e insisten en que «la seguridad de los repartidores siempre ha sido una prioridad» y que en las sesiones de información que realizan antes de poder inscribirse, cuentan con un apartado que cubre la seguridad vial.

CUMPLIR TIEMPOS DE ENTREGA

Una de las hipótesis que se baraja entre el colectivo de repartidores es que las prisas por acumular pedidos pudieron ser una de las causas del accidente mortal de Barcelona. Cabe recordar que los repartidores cobran según comanda entregada. «Además, si no cumplen los tiempos de entrega les quitan puntos y eso hace que accedan a peores franjas de reparto, por lo que van más rápido y asumen más riesgos», subraya la secretaria de Acción Sindical de CCOO Aragón, Sonia García.

Glovo declinó facilitar el número de viajes que se habían realizado desde la cuenta del difunto aquella noche. Lo que sí reconoció es que el afectado no estaba dado de alta como repartidor de Glovo y que usaba la cuenta de otro. Algo que fuentes del colectivo de repartidores reconocen como habitual en Madrid y Barcelona, principalmente entre los inmigrantes sin permiso de trabajo. Varios riders de Zaragoza indican que esta práctica también se da en la capital aragonesa.

La legislación no compensa igual a la familia de un autónomo que a la de un asalariado. Según la organización de autónomos UATAE, el cónyuge de alguien autoempleado percibe una indemnización única de 5.666 euros y los hijos 944, el 10,5% menos, una cantidad a la que habría que añadir el seguro privado. No obstante, la principal diferencia radica en la antigüedad.