Una historia no por muchas veces que sea contada deja de ser un claro reflejo de algo. Allá por el 2002, 800 personas pasaron por una Muestra del Cómic y Tebeo que aglutinó a 14 expositores en el Centro Cívico La Almozara y que no tenía más intención que auspiciar un punto de encuentro del sector del cómic en Zaragoza. Esta tarde, ya en el 2018, la sala Multiusos del Auditorio inaugurará la decimoséptima edición de un salón que congregará a 76 estands, más de 80 dibujantes y guionistas (con presencia internacional incluida) y el año pasado recibió cerca de 25.000 visitas (con el apunte que desde la décima edición hay que pagar un euro para entrar).

Un éxito abrumador que nació de la base y que se ha ido consolidando a medida que lo hacía también el sector del cómic en la capital aragonesa. Y todo desde el carácter popular del Salón de Zaragoza, el único de los importantes (si metemos en el saco a los de Barcelona, Madrid y Getxo, que por cierto, está mutando hacia el modelo aragonés en alguno de sus aspectos) de iniciativa pública, que llegó a correr peligro hace casi una década, pero que lejos de sucumbir se ha hecho más fuerte.

POR TODA LA CIUDAD / Algo que se ha conseguido con una apuesta por atraer a un público muy variado asentada, fundamentalmente, en convertir Zaragoza en una gran viñeta sustentada en lo que se ha llamado desde hace unos años Diciembre, mes del cómic. Se puede decir que ha sido la mecha que ha elevado la cita del cómic con la ciudad a otro nivel y que ha permitido, entre otras cosas, impensables hace unos años, que las paradas del tranvía estén vestidas con el cartel del Salón del cómic de este año (dibujado por David López) o que ayer se celebraran unos premios con la presencia del aclamado guionista internacional John Wagner.

Pero, además, el Centro Joaquín Roncal se ha convertido en una sede reservada al cómic en el mes de diciembre para acoger grandes exposiciones. Este año, ha apostado por Dr. Uriel, viñetas de la guerra civil, con el trabajo de Sento Llobell y para la que se han organizado visitas guiadas para escolares. Junto a ella, en el Centro Cívico Universidad, y organizada por el propio Salón, los dibujantes aragoneses han revisitado a Supermán mientras que hasta el Museo del Fuego se ha apuntado con la muestra Entre el fuego y el humor sin dejar de lado la de la Casa de los Morlanes, Una visión del cómic en España.

Pero más allá de las exposiciones, diciembre ha dejado visitas de dibujantes y superhéroes a los niños enfermos en los dos hospitales infantiles de la ciudad así como diferentes jornadas, encuentros y talleres con dibujantes de primer nivel, exposiciones de menor formato en los centros cívicos de los barrios, algunas colaboraciones con las diferentes tiendas de cómic de la ciudad. Todo por el bien de un Salón que ha convertido a Zaragoza en una ciudad amable para el mundo del tebeo y hasta un ciclo de cine dedicado al tebeo en la Filmoteca. Algo absolutamente impensable como decía cuando los aficionados idearon aquella Muestra del Cómic y Tebeo para poco más que intercambiar cómics.

No ha sido un trabajo sencillo pero el empuje de la administración municipal (con más o menos vigor dependiendo de la época aunque el compromiso en los últimos años es total) y el apoyo desinteresado de los colectivos locales han elevado al Salón por un camino que en su decimoséptima edición culminará desde hoy hasta el domingo en la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza.

Una cita (que viendo los resultados y su efectividad es casi un milagro con los recursos económicos con los que se cuenta) que abrirá hoy a las 17 y que contará con una nómina de autores encabezada por John Wagner (que rendirá homenaje a Carlos Ezquerra con el que creó el Juez Dredd), Natacha Bustos, Antonio Altarriba, Luis Royo, Bernardo Vergara, Mamen Moreu, Antonio Altarriba, Luis Royo, Keko, Kim, David López, Alberto Monteys, Carlos Azagra, los italianos Stefano Turconi y Teresa Radicce, Sara Jotabé, El Torres, Sagar Forniés, Cristina Durán, el colectivo Malavida, Fernando Blanco, Álvaro Ortiz y Sara Soler, entre otros muchos, sin dejar de lado la faceta fanzinera que ha hecho diferente al salón (no pagan estands y están colocados junto a editoriales y librerías como parte del tejido social).

Autores que protagonizan no solo firmas de ejemplares con sus seguidores sino un sinfín de charlas, mesas redondas y talleres que han convertido al Salón del Cómic de Zaragoza en algo único en comparación a las otras citas del tebeo en España enfocado más hacia los profesionales. Por lo tanto, en los tres días que hay por delante solo queda disfrutar del noveno arte... y no se olviden de visitar otros puntos de encuentro en el que el cómic está muy presente repartidos por toda la ciudad.