Las reformas anunciadas por Emmanuel Macron destinadas a apaciguar la cólera ciudadana protagonizada por los chalecos amarillos han caído en saco roto. Sirvan como ejemplo las manifestaciones del Primero de Mayo en París, marcadas ayer por múltiples enfrentamientos entre manifestantes radicales y las fuerzas del orden. Los disturbios llegaron a tal nivel de violencia que Philippe Martinez, el secretario general de la Confederación General del Trabajo y uno de los principales sindicatos de la convocatoria, tuvo que retirarse de la marcha, que inició su recorrido en la estación de tren de Montparnasse.

Las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes más violentos, recurriendo incluso a cargas policiales contra los grupos de black blocks que consiguieron infiltrarse entre las filas de las organizaciones sindicales y chalecos amarillos, especialmente presentes en esta tradicional cita. Una demostración de fuerza que puso de nuevo entre las cuerdas a Emmanuel Macron y a su Ejecutivo ante la cólera ciudadana que parece lejos de apaciguarse.

Según datos recopilados por la Prefectura de Policía hasta la media tarde de ayer, las fuerzas del orden habían detenido a un total de 249 personas, de las que 148 quedaron bajo custodia. Entre los arrestados hubo al menos tres españoles que llevaban artefactos incendiarios u otros objetos contundentes, según informó Efe. Esos arrestos se produjeron en los más de 12.500 controles de identidad que se llevaron a cabo a lo largo y ancho de toda la ciudad para intentar prevenir la llegada de manifestantes violentos.

De acuerdo con cifras todavía parciales del Ministerio del Interior, las protestas del Primero de Mayo, en las que hubo una nutrida participación de «chalecos amarillos», reunieron en Francia a unas 151.000 personas, de ellas 16.000 en París.

Al menos 24 manifestantes y 14 antidisturbios resultaron heridos en los disturbios de París. Fuera de la capital hubo también algunos altercados en la ciudad de Besançon (unos 200-300 «chalecos amarillos» intentaron entrar en una comisaría) o en Toulouse, horas después de las manifestaciones que reunieron allí a unas 5.000 personas, según la policía, y 20.000, de acuerdo con los organizadores.

Martínez se quejó de que la Policía cargó contra la CGT y pidió explicaciones al ministro francés del Interior, Christophe Castaner, mientras en un comunicado la central sindical calificó lo ocurrido de «escandaloso» e «inadmisible en nuestra democracia». Durante la mañana se llevaron a cabo más de 9.000 controles de identidad por toda la ciudad para intentar prevenir la llegada de manifestantes violentos.

7.400 GENDARMES

Ante el riesgo de altercados, de los que había advertido Castaner, se movilizaron en París 7.400 policías y gendarmes para garantizar la seguridad. Las fuerzas del orden utilizan nuevos dispositivos legales que les permiten realizar controles de identidad en lugares incluso alejados de los puntos de concentración. La policía detuvo a quienes llevaban artefactos incendiarios, objetos que podrían utilizarse como armas u otros instrumentos o prendas para ocultar la identidad.

La líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, que había decidido celebrar el 1 de mayo en Metz (noreste) donde participó en un banquete popular, denunció al Ejecutivo por considerarlo responsable de haber permitido los actos de violencia en París.