Andrea Iorga // Agricultora y empresaria en Lageruela

"Nunca me he sentido forastera"

Andrea Iorga se ha instalado en un pueblo de la comarca del Jiloca

Las mujeres aragonesas tienen muchos orígenes. Es el caso de Andrea Iorga, nacida en Rumanía

pero instalada desde hace una quincena de años en Lagueruela,un pueblo de la comarca del Jiloca. «Hace ya tanto que me vine que ni me acuerdo de la fecha exacta», bromea.

En este tiempo se ha dedicado fundamentalmente a la agricultura. «Me encontré un pueblo con solo 40 habitantes, pero la integración ha sido fenomenal,

nunca me he sentido la forastera», destaca.La evolución en todo este tiempo ha sido radical. No tanto por el número de ayudas que recibe una mujer en el primer sector, sino por el cambiode tendencia ante la despoblación. Es un caso casi único. Cuando Iorga se instaló en el pueblo el último nacido de la localidad había sido su marido. Y ya tiene 40 años. En estos momentos al menos una decena de niños convivengracias al retorno de algunas familias. «Me gustaría que mis hijos pudieran vivir siempre aquí,

la calidad de vida es increíble: durante la infancia se tiene que vivir en la calle», defiende.

Iorga ha puesto en marcha con su cuñada y su marido una empresa familiar dedicada a la elaboración

de escabeches. Se llama Laurel y tomillo. Se lo plantearon hace dos años y por culpa de los papeleos y la burocracia se retrasaron sus primeros pasos. «Ya llegamos a tiendas gourmet de todo el país», destaca.

Como muchas otras mujeres en el medio rural, Iorga asegura que no hubiera podido sacar adelante

el proyecto sin la colaboración de su marido. «Hubiera sido

imposible obtener las ayudas», lamenta.

A pesar de la falta de subvenciones y de la limitación de los servicios, Iorga ya se siente mujer rural aragonesa. «Estoy en la gloria», afirma.

Lucia Ibañez y Natalia Laínez// Apicultoras en Talamantes

"Los primeros años han sido duros"

Lucía Ibañez con una de sus colmenas

Abejas del Moncayo es un negocio de unos seis años afincado en Talamantes. Lucía Ibáñez y Natalia Laínez decidieron aportar por la producción de reinas para venderlas a los productores.

Es una orientación más técnicade lo habitual en el mundo de la apicultura que les ha permitido instalarse en una localidad de apenas una veintena de vecinos. Pero con dificultades. «Los primeros años han sido duros», explican

Más allá de las ayudas oficiales, consideraron que su proyecto era viable gracias a contar ya con una vivienda. Su actividad supone una novedad en una localidad dedicada fundamentalmente a la agriculutra y la ganadería, con algún establecimientoturístico.

A las administraciones públicas les reclaman mejorar los transportes y las comunicaciones. La carretera que llega al pueblo y la vieja línea de telefónia móvil están completamente obsoletas, algo que supone una desventaja evidente frente a otros negocios situados en zonas urbanas. «El teléfono móvil es fundamentalpara desarrollar nuestra labor», aseguran.

Sin embargo, de cara al futuro pretenden plantar cara y mantenerse en la zona. Y eso que la vida

familiar es complicada cuando se tienen que llevar a los hijos a un colegio situado en Bulbuente.

«Vivimos de lo que nos gusta y queremos seguir mejorando»,destacan.

Mariví Gallent// Empresaria en Lechago

“La burocracia no es diferente”

Mariví Gallent con las mermeladas artesanas que produce// MARI GOLOSA

«La burocracia no nos trata de un modo diferente». La empresaria Mariví Gallent ha puesto en marcha un negocio de mermeladas artesanas en el pueblo de Lechago, dependientes del municipio de Calamocha. Defiende que para lograrlo hace falta «espíritu emprendedor» por encima de las ayudas sociales y los discursos institucionales, que ve muy centrados en el sector agrícola. «A la hora de la verdad nos tratan igual que a las grandes empresas», lamenta.

Mari Golosa es la marca con la que comercializan sus productos. La idea comenzó casi por casualidad. Gallent y su marido abandonaron hace cinco años su casa en Valencia para empezar una nueva vida

alejados de la ciudad.«Vimos que era un buen momento», recuerda.

Ya instalados en la localidad de origen de su marido, colgaronen las redes sociales un fotode las mermeladas de pimientosy tomate que hacían para consumo

propio. Pero estaban adornadascon una etiqueta atractiva y los envases llamaron la atención hasta el punto de que les solicitaron que las pusieran a la venta.Ahora, con una imagen renovada ya piensan en contratar a más personal para aumentar la producción.Algo que será una revolución

en un pueblo como Lechago.«Nosotros somos los únicos que no estamos jubilados»,asegura Gallent. Además, defiende la celebración de jornadas como la de ayer para dar a conocer una realidad a la que no se le suele prestar atención.