Adelardo llegaba a media tarde de ayer a la plaza del Pilar con su mujer cogida del brazo. La pareja paseaba curiosa y se acercó hasta allí para ver qué se cocía en el corazón de la ciudad. Una estampa nada particular si no fuera porque nuestro protagonista vestía la camiseta del Atlético de Madrid. Sus rayas rojiblancas parecían confundidas entre tanto azul zaragocista y disfraz de avispa. Miles de zaragozanos, niños, jóvenes y mayores, esperaban incansables mirando al balón del ayuntamiento. "Es un mérito enorme que hayáis reunido a tanta gente porque estamos a 25 de agosto", dijo más tarde a los jugadores el alcalde Belloch. Los ciudadanos querían ver a sus ídolos levantando dos trofeos: la Copa del Rey y la Supercopa. El duelo por los atentados de Madrid del pasado 11 de marzo dejó sin festejos el primero de los títulos y la hinchada tenía hambre de verbena futbolera. Entre la marabunta podían escucharse comentarios sin desperdicio. "La Supercopa me parece una patochada de título. Lo importante de verdad es haberle ganado al Valencia en su casa", opinaba una señora a otra mientras su niño le tiraba de la falda pidiéndole que le comprara el traje de faena de los campeones.

Con algo de retraso, los héroes llegaban a bordo de un bus turístico vestido para la ocasión: "De Copa en Copa", celebraba la carrocería lateral del autocar. El delirio se desató cuando los jugadores pisaron el suelo de la plaza. Empujones en busca de un autógrafo, piropos a gritos, pisotones para conseguir una foto histórica... Ni en el interior de la basílica, lugar habitual de recogimiento y paz, podía encontrarse ayer un minuto de silencio. La plantilla ofrecía el fruto de su trabajo a la Pilarica --la dueña de la copica , como afirma el cántico-- mientras los feligreses más veteranos asentían las palabras del canónigo: "No sóis sólo un equipo de fútbol; encarnáis los sueños e ilusiones de toda una ciudad, Zaragoza". Fuera, el atardecer lo envolvía todo.

La locura explotó con el desfile de futbolistas por el balcón consistorial. Para la afición aragonesa, su equipo tiene un jefe: "Illa, illa, illa, Movilla maravilla" . Más de un centenar de fieles aguardaban, ya de noche, a las puertas del ayuntamiento para despedir a la expedición zaragocista, donde los niños fueron simpáticos protagonistas. El regreso a casa se prestaba a los pronósticos: "A ver qué pasa el domingo contra el Getafe...", comentaban dos amigos. "Por cierto, después de la Supercopa, tendremos que hacernos socios...".