Apareció tranquilo, pero la preocupación se intuía en su rostro. No en vano, Agapito se topó ayer de bruces con dos duras realidades; por un lado, la justicia le persigue por su actividad empresarial en Plaza y, por otro, la afición del Real Zaragoza le muestra su desprecio por la deriva a la que ha llevado al club. Quizá consciente de que varias decenas de zaragocistas esperaban en la puerta de los juzgados, el máximo accionista retrasó su salida más de la cuenta. Su declaración acabó pasadas las doce del mediodía y no abandonó la Ciudad de la Justicia hasta las 13.35 horas, por lo que muchos de los más de cien aficionados que acudieron se marcharon de la protesta antes de tiempo, presa de las obligaciones cotidianas.

Pero Agapito no pudo evitar enfrentarse a la afición, el otro juez, que hace mucho que tiene sentencia. Con la Policía Nacional impidiendo el avance de los 50 aficionados del Zaragoza que todavía esperaban la salida del máximo accionista y ante abundantes periodistas, el constructor se marchó sin prisa, sin perder la compostura y sin decir una palabra. Entre las duras pancartas del Ligallo, el verbo fue cosa de los zaragocistas, cuyo unísono grito contra Agapito retumbó hasta que este descendió al párking subterráneo como si, en vez de 50, hubiera habido 200 personas. "Ha hecho mucho daño al Zaragoza, venimos a mostrar nuestra inconformidad con él. Está desaparecido en combate y está es la única oportunidad para verlo", decía Javier Lapuente, miembro del Movimiento Avispa. "Todos esperábamos que llegara el día en que pusieran coto a alguna actuación de Agapito Iglesias. Yo creo que puede ser el principio de una imputación seria y puede ayudar a que deje el Zaragoza", expresaba Luis Miguel Guillén, presidente de la Peña de la Almozara.

Por la mañana, Agapito sí burló las protestas; acudió a los juzgados a las 9.10 horas --dijo estar "tranquilo"--, cuando su declaración estaba prevista a las 10.30, aunque finalmente fue a las 11.10. Ese intervalo lo pasó en la sala de testigos número 12, junto a sus abogados, como es habitual antes de las vistas. Fue la primera, pero no será, en cualquier caso, la última vez que el soriano haga el paseíllo; tras declarar, acudió al Juzgado de Guardia a recoger la citación para su segunda imputación, que le sentará de nuevo ante un magistrado el viernes en el Juzgado de Instrucción número 5. A través de un cristal, los aficionados vieron ese movimiento y corrieron hasta allí pensando que saldría por esa puerta. Fue una falsa alarma, pero la Policía ya no dejaría que los manifestantes ocuparan la puerta principal. Por allí saldría después Agapito, dejando atrás su primer encuentro con la Justicia y el enésimo con la afición zaragocista. Salvo sorpresa, no será el último.