Viene de la página anterior

UNA AMENAZA PARA EL EURO Aunque esto no nos debería alegrar demasiado. A todos nos interesa que la economía norteamericana no se venga abajo. Eso significa que el dólar tiene que permanecer bajo durante un tiempo para poder eliminar el actual déficit comercial. Pero si el dólar ha de bajar, alguien tiene que subir. El riesgo es que el único que pague los platos rotos sea el euro. Hay que lograr que el yuan chino y el resto de monedas asiáticas acompañen al euro en la subida.

Alguien tendrá que hacer algo. Pero ¿quién? El problema es que la economía se ha globalizado, pero el gobierno de la economía mundial no lo ha hecho de la misma forma. Las instituciones financieras internacionales (FMI y Banco Mundial) no lo pueden hacer por sí solas. Se necesita el acuerdo de los gobiernos de los países que hoy mandan realmente en el mundo. Si esos países no coordinan sus políticas macroeconómicas y cada uno va por su lado, 2005 puede ser un desastre.

Es necesario y urgente ejercitar una diplomacia macroeconómica como la que se llevó a cabo en 1984 en el llamado Acuerdo del Plaza, mediante el que EEUU, Japón, Francia y Alemania pactaron coordinar sus políticas fiscales, monetarias y de tipo de cambio para salir de una situación similar. Naturalmente, ahora hay que incluir a la China. Su papel como potencia económica emergente hace que la situación a inicios del siglo XXI se asemeje a la de inicios del siglo XX, cuando Estados Unidos comenzó a desplazar al Reino Unido de su hegemonía eco- nómica y financiera.

PROBLEMAS PARA ESPAÑA Pero, más allá de esos acuerdos en los que, en todo caso, participamos como europeos, ¿qué deberíamos hacer los españoles por nosotros mismos? Hace ahora un año en estas mismas páginas afirmé que España estaba bien, pero iba mal. Un año después, mantengo el diagnóstico. Aunque crecemos más que la media europea, nuestros fundamentos son más frágiles, tal como apuntan los indicadores relacionados con la productividad, la competitividad, la innovación y la formación de los jóvenes.

Vivimos drogados por una riqueza efímera que tiene su base en el dinero barato y la especulación inmobiliaria. ¡Que trabajen los europeos y los inmigrantes, que nosotros ya les alquilaremos las viviendas que necesitan para vivir, veranear y jubilarse en España! Es el retorno de una vieja enfermedad española, denunciada por el exabrupto de Unamuno ("¡Que inventen ellos!"): la tendencia a vivir de rentas, ya sea de las rentas del suelo, de la vivienda o de una prejubilación. Tengo la esperanza de que este espejismo desaparezca pronto y confiemos en el esfuerzo personal y en el trabajo productivo constante y bien hecho como base para nuestro bienestar presente y futuro.