La empresa Ordisa, promotora del nuevo Tubo, quiere integrar en sus instalaciones "la modernidad de los nuevos espacios comerciales y de oficinas que demanda la ciudad con la conservación de diferentes elementos arquitectónicos, huella del rico pasado cultural que ha tenido Zaragoza". A punto de inagurar el edificio, sus impulsores repasaron ayer en declaraciones públicas los avatares sufridos por el proyecto, que ha cambiado varias veces por dentro y por fuera. "Han sido más de 15 años en los que hemos tenido que solventar no pocas trabas, desde el diseño de la fachada a los accesos al aparcamiento o numerosos informes técnicos y permisos", aseguraba José María Ortiz, responsable de Ordisa. Los requisitos exigidos al proyecto "cambiaron en función del color político de las instituciones, lo que nos hizo pensar en tirar la toalla. Pero hoy, con el proyecto terminado, vemos que el esfuerzo ha merecido la pena". El reto, asegura, es "dar vida de nuevo a esta zona con una regeneración integral del Tubo, que servirá de motor de arranque para la recuperación completa del Casco Histórico".