Al final ETA se ha salido con la suya. Lo intentó en Nochebuena y no lo consiguió. En esas fechas, la Policía Nacional, en una brillante operación, detuvo in extremis al comando etarra que pretendía ejecutar una operación de similares características a la llevada a cabo en esta ocasión en diversas estaciones madrileñas. Después, hace escasas fechas, la Guardia Civil interceptó otro comando etarra que quería hacer lo propio con una furgoneta de 500 kilos de explosivo que estaba destinado a la misma finalidad.

Lo han conseguido por fin. Y este 11-M, de resonancias apocalípticas, ha llenado Madrid y toda España de luto, de llanto y de dolor. Pero es evidente que este atentado, sin embargo, no es un atentado más. No lo es ni por la magnitud del número de víctimas causadas ni por las circunstancias en las que se produce, aunque parece que los dos hechos están relacionados. Centenares de muertos y más de 1.000 heridos supera todo el horror imaginable vinculado a un atentado terrorista y nos acerca al dolor propio de una catástrofe natural, un terremoto, por ejemplo.

Si ETA, en el último año, había causado sólo tres víctimas y parece que seleccionaba sus objetivos con alguna lógica, aunque ésta fuera criminal, ¿a qué se debe este cambio de estrategia optando por el atentado masivo e indiscriminado? A mi juicio, la respuesta hay que buscarla en las circunstancias en que se produce. ETA es hoy más débil que nunca: su frente político --Batasuna-- está ilegalizado e incluido en la lista de organizaciones terroristas; su actividad urbana, la kale borroka, inexistente; su órgano de expresión, el diario Egin, clausurado; sus comandos operativos, diezmados; sus fuentes de financiación, cegadas. Y así las cosas, necesita que la magnitud de la masacre sea de tal nivel que algunos crean que el único camino posible es el diálogo y les ofrecen una tregua a cambio.

Cuando se sentían fuertes no asesinaban a centenares de personas, trabajadores, estudiantes y niños. En estos momentos de inmenso dolor, más que nunca quiero expresar mi cercanía con los familiares de las víctimas y desearía que todos los partidos y fuerzas sociales de Catalunya expresáramos nuestra más sincera solidaridad para con las víctimas del terrorismo.

Asimismo, Como Cataluña está padeciendo la ofensa y la infamia de que ETA le haya declarado en tregua como escenario de sus atentados terroristas, quiero decir bien alto que como barcelonés que, en los últimos años, paso muchos días de la semana en Madrid, más que nunca me siento profundamente cerca de Madrid y de los madrileños y que los llevo profundamente en mi corazón y que sé que este sentimiento, más allá de anécdotas y de tópicos, hoy lo comparten todos los catalanes de bien que, gracias a Dios, son la mayoría.

POST SCRITUM:

ETA irrumpió en la campaña electoral desde el principio. Y lo ha hecho al final, decidiendo cuándo la campaña tiene que terminar. Ya sólo le falta ahora que le diga a los indecisos a quién tienen que votar. Quien quiera entender que entienda.