Marcelino Iglesias superó ayer sin sobresaltos el trámite del cuarto examen de las Cortes a su gestión como presidente del Gobierno de Aragón, en una larga sesión plenaria de casi seis horas de duración en la que se vislumbró el nuevo clima de relaciones de los partidos en los próximos tres años. Un nuevo reparto de papeles entre los cinco grupos de la Cámara --PSOE, PP, CHA, PAR e IU-- para hacer frente con garantías a los principales retos de la comunidad autónoma hasta las autonómicas del 2007: reforma del Estatuto de Autonomía, nuevo acuerdo hidráulico y relaciones con el Gobierno de Rodríguez Zapatero.

En la segunda jornada del Debate sobre el Estado de la Comunidad, que concluye hoy con la votación de las propuestas de resolución, la oposición reprochó a Iglesias su falta de diálogo en los grandes temas y las carencias de su acción de Gobierno, principalmente en Educación y Sanidad. Con todo, las tres fuerzas reconocieron que Aragón va bien en materia económica, aunque según el PP gracias a la gestión del Gobierno de José María Aznar. Pero también le advirtieron de que existen indicadores económicos que amenazan esta situación. Iglesias, menos autocomplaciente que el día anterior, admitió la posibilidad de fallos en su gestión (errar es de humanos vino a decir) e incluso no se atribuyó todos los méritos de esa situación de mejora económica. Y reconoció que una de las principales debilidades de Aragón es sin duda "su grave desequilibrio territorial", junto a otro "atasco": las conexiones con Europa.

REDISEÑO DE ESTRATEGIAS Desde primera hora se apreció que no iba a ser un debate de acoso y derribo al adversario político. Faltan aún tres años para la cita con las urnas y todo indica que ahora es tiempo de rearmarse y de diseñar estrategias. Quizá por ello el duelo entre Iglesias y el líder del PP, Gustavo Alcalde, derivó en un cara a cara tranquilo, bastante descafeinado. Y eso que Alcalde arrancó con toda la artillería diléctica contra "el discurso sandwich" de Iglesias del día anterior. Es decir, mucho pan, pero "nos quedamos sin saber qué había dentro". Fiel a su mensaje de días anteriores, Alcalde pidió a Iglesias "que no se eche al monte" con el "pancatalanista Maragall".

Pero ayer el presidente aragonés, lejos de responder a los asuntos más polémicos planteados por el líder del PP, quien afronta en las próximas semanas su reelección al frente del partido, apostó por llevar el debate al terreno de la normalidad dialéctica y por tender puentes al principal partido de la oposición. Iglesias es consciente, y ayer lo reiteró en la tribuna, de que el PP va a desempeñar un papel clave en la construcción del nuevo acuerdo hidráulico que se está negociando, como también en la reforma del Estatuto de Autonomía.

"Sin ustedes no hay reforma del Estatuto", le recordó. Alcalde asintió en su escaño, ansioso de que empiece a ser historia la etapa de aislamiento de la vida política aragonesa que sufrió su partido en la anterior legislatura por el trasvase del Ebro. E incluso un conciliador Iglesias invitó al PP a entrar en el consejo de administración de Pla-Za, --blanco de las críticas populares-- "para que vean que no hay trampa ni cartón".

El tono del presidente aragonés se endureció, sin embargo, en su duelo con Chesús Bernal, de CHA. "El principal problema con usted señor Bernal es que no está en el Gobierno. No es fácil llegar a acuerdos con ustedes". Iglesias dejó claro desde el primer momento que el resquemor de CHA por no entrar en el Gobierno tras las pasadas elecciones dificulta el acuerdo y que el tema hidráulico es el principal asunto que les separa. "Es una persona hidráulicamente bloqueada y le pido que se baje de la tarima hidráulica", le aconsejó. "Y aunque no esté en el Gobierno aragonés puede hacer muchas cosas, ya le tocará". Bernal, que por primera vez no arremetió contra el PAR, se mantuvo firme en su postura hidráulica.

La actitud del aragonesista José Angel Biel también fue sorprendente. Como suele ser habitual, el vicepresidente del Gobierno abandonó su escaño para ejercer de portavoz del PAR. Pero su papel ayer no fue sólo el de defensor del Ejecutivo de coalición --"es un Gobierno estable, eficaz y fiable", afirmó--. Sino que también se separó del ofrecimiento realizado por su socio del PSOE de que las arcas autonómicas adelanten la financiación de los tramos que faltan por ejecutar de la autovía de Teruel. "No estoy de acuerdo en anticipar el dinero", afirmó en medio del murmullo en los bancos del PP. Biel aclaró que su partido no tiene por qué compartir todo lo que propone su socio de Gobierno. Biel, que sorprendemente no realizó ninguna mención a CHA, realizó un discurso en el que claramente situó a su partido en el centroderecha --en clara competencia con el PP-- al defender la intervención de la iniciativa privada en sectores sociales estratégicos como la Educación o la universidad. En este giro hacia la derechización en su discurso, Biel defendió la aplicación de fórmulas de financiación para las comunidades recogidas en el sistema actual, como la subida de impuestos de la gasolina. También se refirió a la polémica surgida en torno al cambio de ubicación del estadio de fútbol de La Romareda y apostó por que el Real Zaragoza pueda tener un campo de su propiedad, "al igual que el Madrid o el Barcelona".

Adolfo Barrena, el único diputado de IU, cubrió el expediente en un debate en el que le fue asignado un papel secundario.