Imaginación para dibujar un estadio atractivo en un espacio urbano muy justo, muchos números para cuadrar el discreto presupuesto disponible y más cálculos aún para asegurar desde la más avanzada ingeniería que el nuevo campo podrá construirse mientras se desmonta el viejo y se sigue jugando al fútbol como hasta ahora.

Estos son los principales quebraderos de cabeza que han sufrido en los últimos meses los siete equipos de arquitectos e ingenieros expertos en edificaciones deportivas encargados de buscar la mejor idea para el complejo de La Romareda, un campo de fútbol con área comercial incorporada que dará la vuelta a la imagen urbana de esta zona de la capital aragonesa.

En sobre cerrado, los trabajos llevan desde el día 10 de diciembre en los despachos de la Gerencia de Urbanismo de Zaragoza. Mañana lunes se abrirán ante un jurado de técnicos y políticos que ya les seleccionó entre una treintena de candidatos para encontrar el modelo de estadio ideal.

Chipperfield (Gran Bretaña), Gerkan, Marg und Partner (Alemania); Cruz y Ortiz Arquitectos; Carlos Lamela; Ricardo Bofill; José Manuel Pérez Latorre y Juan José Arenas --los últimos, aragoneses-- dirigen los equipos que han transformado sobre el papel La Romareda y su entorno.

El concurso no lo pedía, pero mayoritariamente han optado por ordenar toda la pieza urbana que se extiende entre el Hospital Miguel Servet, la calle Jerusalén, el auditorio y Eduardo Ibarra, que pasará de amplia calle-aparcamiento a zona de disfrute peatonal.

Sin desvelar el contenido de sus propuestas, algunos de los participantes en el concurso han accedido a responder cuestiones generales sobre el trabajo al que se han enfrentado, y las opiniones coinciden casi invariablemente: "Ha habido que aprovechar el espacio al milímetro, porque es muy justo para el programa que se pedía; hemos tenido que darle muchas vueltas, así que las dificultades se transforman en la ventaja que da dedicar un mayor esfuerzo".

Para otro de los arquitectos que dibujan la futura Romareda, la escasez de espacio para combinar el estadio, el centro comercial y un amplio espacio público "no ha sido un hándicap, sino un reto. Creemos que lo hemos resuelto satisfactoriamente".

El encaje de un gran estadio dentro de un barrio de carácter urbano que ya se encuentra construido, y la obligación de emparejarlo, además, con un importante edificio comercial, supone para varios de los arquitectos consulados "una oportunidad para enriquecer la arquitectura de la zona. Un edificio deportivo puede integrarse perfectamente en la trama urbana de la ciudad; además, tener que incluir un edificio de uso terciario ayuda mucho en este sentido".

Mucha ingeniería, mucha arquitectura. Los dos aspectos han sido necesarios en los diseños, según los autores de los proyectos de La Romareda, para repartir con éxito estético y funcional la parcela entre los usos solicitados y, sobre todo, a la hora de garantizar que el campo pueda seguir con su actividad deportiva normal durante los dos años largos que podría durar la construcción del recinto.

"Se ha pedido un esfuerzo especial en lo referente a los plazos, de presupuesto y de espacio, pero eso todo resulta perfectamente compatible, y, además, es lo que un da interés especial al proyecto", asegura otro concursante. La solución se podrá ver mañana multiplicada por siete.