En las elecciones autonómicas, sin embargo, somos algo más perezosos o quizás percibimos menos trascendencia en el proceso, así que es raro que la participación alcance cifras tan elevadas (de hecho la media de las anteriores nueve elecciones autonómicas en Aragón es del 67%, y solo en 1995 y 2003 se superó el umbral del 70%).

Con esta premisa, todo se va a decidir en función de qué bloque ideológico sea capaz de movilizar más a su electorado, y ahí es donde el centro-derecha parte, a priori, con cierta ventaja. Si nos fijamos en los procesos electorales de la última década podemos ver que PP, Ciudadanos y Partido Aragonés han conseguido sumar siempre más votos que la suma de PSOE, CHA, IU y Podemos. Solo la desmovilización de parte del electorado conservador en 2015 posibilitó la mayoría de la izquierda, permitiendo que Javier Lambán alcanzara la Presidencia del Gobierno gracias a CHA, IU y los apoyos puntuales de Podemos, pese a que el PP fue el partido más votado en la comunidad.

La lógica indica que en esta ocasión el PSOE no tendrá problemas para recuperar su posición como primer partido en Aragón. Una gestión sin grandes sobresaltos, las buenas cifras económicas (especialmente las cifras de desempleo), el protagonismo de las políticas sociales, y sobre todo el viento a favor de la victoria de Pedro Sánchez en las elecciones generales, son las principales armas a favor de los socialistas. Por otro lado, la grave crisis del PP en toda España y el crecimiento de Ciudadanos, dificulta enormemente que uno de los partidos de la derecha pueda ganar las elecciones en nuestra comunidad.

Dicho esto, no está nada claro que la suma de los partidos de la izquierda vaya a ser suficiente para asegurar el control de las principales instituciones, incluidos el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza. Las últimas encuestas publicadas muestran datos bastante contraintuitivos si tenemos en cuenta los resultados de las elecciones generales que tuvieron lugar hace menos de un mes, y en las que la diferencia a favor del bloque de partidos de la derecha fue de 45.000 y 23.000 votos respectivamente, alrededor de seis puntos porcentuales en ambos casos.

Dentro de los bloques, algunos datos también muy significativos: en la izquierda es el PSOE el que aportó la mayor parte de los votos, el 31% en Aragón y el 30% en Zaragoza, mientras que en la derecha fue Ciudadanos el partido mayoritario, especialmente en la ciudad, donde superó por más de cuatro puntos al PP. Sin embargo, las últimas encuestas anuncian la inversión de estos resultados, con la izquierda sumando entre el 48 y el 51% de los votos, y la derecha entre el 43 y el 49%. Al mismo tiempo, el PP ganaría a Ciudadanos tanto en el cómputo general como en los ayuntamientos de las tres capitales de provincia. Varios factores pueden explicar lo confuso de estos datos.

Por un lado puede deberse a la aparición de nuevos contendientes, CHA y PAR, seguramente decisivos en el futuro, y que el 28 de abril no estaban presentes en las papeletas de votación, lo que podría alterar de alguna manera el porcentaje de voto de los partidos mayoritarios, aunque más difícilmente el de los bloques ideológicos.

Presencia

Por otro lado, hay que recordar que en el caso de las elecciones autonómicas y municipales la presencia territorial de los partidos es muy desigual, lo que en este caso podría servir para explicar la recuperación del PP (que ha presentado más de 650 candidaturas municipales, frente a las apenas 172 de Cs). Tampoco es desdeñable el enfriamiento qu se está detectando entre los votantes de VOX, cuyos responsables autonómicos y locales carecen del conocimiento y presencia mediática de Santiago Abascal y el resto de líderes de la ultraderecha. Esto debería debilitar el voto del electorado más conservador, una parte del cual podría optar por no acudir ese día a las urnas.

Indecisos decididos

Pero es sobre todo el 20% de ciudadanos que no han decidido todavía su voto, y que esperarán a la última semana o el mismo día de la votación para decantarse por uno u otro, el que va a determinar el resultado final de las elecciones. Cabe preguntarse si el voto de los indecisos puede orientarse mayoritariamente hacia uno u otro bloque, y en este sentido, parece más lógico pensar que las dudas se den mayoritariamente entre votantes de la derecha, en un momento en el que no está nada claro qué partido ostenta su liderazgo, mientras que en la izquierda, las cosas parecen estar mucho más definidas.

No resulta muy aventurado pensar que la clave de estas elecciones en Aragón va a estar en la decisión de esos votantes que en las encuestas no fueron capaces de anunciar su voto, e igualmente en la movilización que hayan logrado los partidos de la derecha durante estas dos semanas de campaña. Muchas dudas e incógnitas que se desvelarán hoy, y que abrirán otro no menos apasionante periodo en el que los partidos aragoneses tendrán que abandonar reproches y ataques mutuos para formar un gobierno que sea capaz de continuar con la senda de crecimiento de estos cuatro últimos años.