No nos merecemos mantener durante más tiempo esta situación tercermundista". La respuesta de los usuarios al retraso de la apertura de la estación de autobuses en la intermodal de Delicias fue ayer de indignación. La idea de continuar hasta el 2005 con la dispersión geográfica de las distintas terminales según destino y con la multitud de deficiencias de las que adolecen, tanto higiénicas, de seguridad como de servicios, no ha gustado ni a la población ni a los propios transportistas.

Un estudio del grupo Alsa-Enatcar, realizado entre noviembre y diciembre del 2003, sobre el grado de satisfacción de sus clientes suspendía a Zaragoza con los índices más bajos de puntuación en lo referente a las instalaciones. Frente a los 7,14 puntos de Madrid y Barcelona, la estación de paseo María Agustín recibió 4,62 puntos. "No es que el cliente sea muy exigente, sino que la atención al viajero es muy mala dadas las actuales instalaciones. Desde el poco espacio existente para sacar un billete en taquilla a la inseguridad", afirmó Leoncio Fernández, gerente de Alsa-Enatcar.

La apertura de la nueva estación se preveía para este verano, pero las instituciones implicadas --la DGA y el Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF)-- aún tienen que sacar a concurso las últimas obras. La estructura básica del edificio está lista desde agosto del 2003, pero ambos organismos estuvieron discutiendo hasta enero el reparto del gasto de los acabados, por un importe de más de dos millones.

De este modo, viajar en autobús de Zaragoza a cualquier punto de España o del extranjero continúa siendo una odisea antes incluso de adquirir el billete. Un mínimo de siete estaciones se reparten los grandes destinos regionales y nacionales. Localizadas en los bajos de diferentes edificios, sus direcciones son desconocidas para aquéllos que visitan por primera vez la ciudad. Un juego de despistes que altera aún más a quienes infructuosamente buscan un local identificativo para algunas de estas líneas regulares que, sorprendentemente, tienen su parada en la calle.

SIN ESTACION "El único calificativo que se me ocurre es el de lamentable. Cuando llego a Zaragoza, a las 04.30 horas de la madrugada, el autobús me deja en la plaza del Portillo, en plena calle, porque ni siquiera hay una estación. Y a esas horas de la noche no aparece ni un taxi", afirmaba ayer una de las usuarias que semanalmente viaja a Galicia. Sus quejas eran corroboradas por el resto del pasaje y el chófer del autobús, que diariamente debe esquivar los vehículos que aparcan junto a la plaza de toros. De aquí también parten los autocares a Bilbao, Asturias o Logroño.

Entre las estaciones más conocidas está la de paseo María Agustín, donde tienen sus taquillas, por ejemplo, Agreda Automóvil (con destinos a Madrid y Barcelona) y Autobuses La Oscense, pero también Life (para viajar a Tarragona y la costa), y las paradas de, entre otras, Conda. De Juan Pablo Bonet parten los autocares a Teruel, Valencia o Murcia. De la avenida de Navarra, los de las Cinco Villas y de Conda, a Pamplona y San Sebastián. De General Sueiro, autobuses Therpasa a Soria, entre otros destinos. De la calle Almagro, a Calatayud. Y de la avenida de Valencia, al Bajo Aragón.

Una amalgama de direcciones y destinos que se complica todavía más con las líneas internacionales, sobre las que la desinformación es aún mayor. Entre otras, a pie de calle parten autocares a Europa y Africa, ofreciendo una primera imagen inapropiada para quien se acerca a una ciudad cosmopolita y moderna como Zaragoza.

Pero las críticas se acentúan al límite al preguntar a los viajeros por las condiciones de las distintas estaciones. "Un auténtico cuchitril con falta de higiene que no tiene ni calefacción, y la sala de espera carece de baño", se lamenta un usuario. Su opinión es generalizada.

A esto se añaden la cantidad de denuncias que la Unión de Consumidores de Aragón (UCA) presenta ante la Junta Arbitral de Transporte por los robos de los equipajes y por los problemas derivados de la falta de un servicio de facturación. "En principio, las compañías pagan las maletas perdidas, pero la indemnización se produce por kilos, no por el contenido", afirma la UCA, que hace años ya suspendió a las estaciones de Zaragoza por su mala situación.

Otro de los casos más comunes que llegan a esta junta es la ausencia de megafonía de determinadas estaciones, cuya falta de espacio obliga a los autocares a apostarse en la calle. "Nadie advierte al viajero de que el autobús espera fuera, ni de que está a punto de salir", añade.