Inquietud. Esa es la palabra más repetida por las empresas y las patronales aragonesas cuando se les pregunta por el brexit. Una incertidumbre que se alarga ya dos años, desde la celebración del referéndum en el 2016, y que se acrecenta ante las dudas sobre el desenlace de este proceso de ruptura en el 2019. Por el momento, las firmas consultadas coinciden en que no ha cambiado nada o casi nada en sus relaciones comerciales con Reino Unido. Quizá por eso confían en que el escenario no será tan grave como algunos vaticinan. A fin de cuentas, subrayan que a la UE tampoco le interesa lastrar demasiado los intercambios comerciales con las islas. España lo sabe bien: el mercado inglés es prioritario por ejemplo para las frutas y hortalizas españolas, siendo el tercer mercado de exportación, tras Alemania y Francia.

«Para la economía de la UE sería totalmente contraproducente endurecer el actual marco de relaciones», subraya la directora de exportación de Chocolates Lacasa, Marina Molina. Reino Unido se cuela todos los años en el top 5 de los mercados más importantes de esta compañía alimentaria aragonesa, pero, a pesar de ello, no se muestra excesivamente preocupada. «Las empresas de allí con las que hablamos tampoco lo están y en estos dos años para nosotros no ha cambiado nada», apunta Molina.

Obviamente, en Lacasa se mantienen expectantes y atentos a lo que pueda suceder. Tanto como en Industrias Químicas del Ebro (IQE), donde insisten en que lo peor de todo este proceso es la incertidumbre, un enemigo acérrimo de la economía. «Reino Unido no es nuestro principal mercado dentro de Europa, pero el potencial que veíamos hace unos años se ha desinflado un poco por el brexit», reconoce el director gerente de IQE, Eduardo Villarroya. En este sentido, indica por ejemplo que la depreciación de la libra está provocando que algunas empresas británicas se abastezcan más dentro de las islas por el encarecimiento de las importaciones. La inquietud también está lastrando inversiones. «Nosotros teníamos un proyecto interesante allí con una multinacional que ahora está en stand by», lamenta Villarroya.

Los efectos del brexit sí que se están dejando notar en el sector automovilístico. Según fuentes de Opel España, Reino Unido solía ser el primer o segundo mercado de la planta de Figueruelas, pero en el 2017 pasó a ser el cuarto tras Alemania, Italia y España, algo que achacan a la caída del consumo en las islas. No obstante, las ventas de la factoría zaragozana a Reino Unido se han visto compensadas con la exportación a nuevos países y una mayor penetración en los que ya estaba posicionado.

Otra gran empresa aragonesa que está muy vinculada a las islas es Saica. Las 16 plantas que tiene allí -la última la puso en marcha en el 2013 tras invertir 360 millones de euros- emplean a unos 1.800 trabajadores.

SIN AFECCIÓN EN LAS VENTAS

El sector vitivinícola aragonés también está expectante ante el desenlace del brexit. «Cuando se concrete todo ya analizaremos las posibles consecuencias, pero de momento no se ha parado nada y confiamos en que siga siendo así cuando finalice el proceso el año que viene», comentan desde la bodega cariñenense Grandes Vinos. Sus ventas a Reino Unido no se han visto afectadas y no han puesto en marcha ninguna campaña especial para aminorar los posibles efectos: «Exportamos el 75% de nuestra producción y siempre estamos a la búsqueda de nuevos clientes».

Las patronales aragonesas sí aconsejan articular planes de contingencia cuanto antes. «Muchas empresas los están retrasando porque no saben qué va a suceder finalmente», reconoce el director general de CEOE Aragón, José María García, que subraya que esos planes son «necesarios porque el brexit va a tener repercusión». Aunque asegura que el peor parado será Reino Unido, que «se ha pegado un tiro en el pie», García avisa de que incluso a las empresas que no venden en las islas les puede afectar. «Pueden tener clientes importantes que estén muy expuestos», indica y añade que la posibilidad de un brexit blando «es la menor de todas».

Por su parte, el presidente de Cepyme Aragón, Aurelio López de Hita, aboga por ver el proceso como una oportunidad para que España gane peso en el tablero europeo. «Las empresas se adaptan pronto; puede ser un estímulo para copar nuevos mercados», opina López de Hita, que confía en que el sistema arancelario no cambie demasiado.