El campo aragonés vive una situación inédita. La tendencia ya se detectó el año pasado, pero el inicio de esta campaña de la fruta amenaza con provocar pérdidas entre los fruticultores. La falta de mano de obra para el inicio de la recogida y el aclareo ya preocupa seriamente en zonas del Bajo Cinca, Cinca Medio y la margen derecha del Ebro.

Varios factores explican la escasez de mano de obra. Por un lado están las altas temperaturas que han adelantado la maduración de las cerezas cuando todavía se está terminando la recogida de la ciruela y similares. Además, en estas semanas muchos campos tienen que terminar el aclareo del melocotón y los paraguayos que se recogerán desde mediados de junio hasta el final del verano. Además, las perspectivas de producción de esta temporada son más elevadas que otros años, por lo que el número de kilos a recoger es más elevado de lo habitual.

Por otro lado, está la competencia de precios en otras zonas frutícolas, tanto estatales como europeas. Gran parte de los inmigrantes que se ocupan de estas tareas han preferido quedarse en otras campañas. Los originarios de países del este, desde Bulgaria a Rumanía, en estos momentos están ocupados en los cultivos de fresas y frambuesas del sur de Francia. Y los originarios del norte de África y Pakistán trabajan en los invernaderos y plantaciones de la zona de Almería, en estos momentos también en uno de sus picos de trabajo.

El responsable de frutas del sindicato agrario UAGA, Vicente López, señala igualmente a la evolución demográfica provocada por la crisis económica la actual situación. «La población de origen extranjero ha descendido considerablemente en Aragón en los últimos años», explica. En las tareas de recolección los inmigrantes siguen siendo los principales trabajadores sin que el porcentaje de españoles aumente significativamente. «Los parados de otros sectores todavía no ven el trabajo en el campo como una alternativa válida», lamenta. El prejuicio y el desconocimiento suele ser la causa de este rechazo, pues los sueldos establecidos por el convenio son más elevados que algunas de las ofertas para trabajos similares en polígonos.

Esta situación hace que las empresas de trabajo temporal a las que tienen que recurrir los fruticultores no puedan cubrir la demanda con la que se encuentran. En Fraga ya trabajan cinco empresas de este tipo acuciadas por los nervios de los agricultores que temen perder parte de su producción si se retrasa demasiado la recogida.

5.000 trabajadores / En los próximos 15 días tendrán casi un millar de puestos temporales que cubrir solo en la zona del Bajo Cinca. Los cálculos de UAGA establecen que en el apogeo de la campaña serán necesarios unos 5.000 en todo Aragón. «Nos están llamando los agricultores verdaderamente preocupados», asegura el gerente de Labor Access XXI, Gerardo Carrasquer.

Los responsables de esta empresa de trabajo temporal en Fraga asumen que su función es proporcionar un refuerzo puntual a las cuadrillas que normalmente trabajan con cada productor. «Nosotros no podemos asegurar una campaña entera», reconoce. Pero aún así, están sorprendidos por la falta de respuesta a las ofertas que publican en internet. «Las condiciones han mejorado mucho en los últimos años y casi no se producen situaciones de fraude o de malos alojamientos», destacan.

inspecciones / La responsable de recursos humanos, Isabel Lerín, manifiesta una opinión similar. «Estamos ante una situación excepcional y nos encontramos con dificultades para dar una respuesta», indica. Muy atrás quedan los tiempos en los que se fletaban autobuses cargados de estudiantes desde Zaragoza para ganar unos ahorros.

Con la reducción de efectivos en el campo y con el aumento de las inspecciones de la Seguridad Social se ha puesto fin a los hacinamientos de inmigrantes que antes de la crisis empañaban la imagen del sector. El presidente de la comarca del Bajo Cinca y también alcalde de Torrente, José Evaristo Cabistañ, señala que las cuadrillas sin contrato y sin papeles han pasado a la historia. El alcalde de Fraga, Miguel Luis Lapeña, destaca que la profesionalización de los trabajos ha cambiado con muchas de las rutinas anteriores. «Tanto productores como empleados están sometidos a un control muy intenso», asegura.

El pico de producción en el campo no ha tenido, por el momento, una traslación a los almacenes agrícolas y cooperativas que reciben la producción. Estos trabajos de tría y clasificación siguen siendo desempeñados principalmente por mujeres, muchas de ellas de las propias zonas en las que están instaladas. Únicamente cuando baja la carga de trabajo se desplazan de forma esporádica a los campos a colaborar en la recogida.

La situación es menos acuciante en la zona de Caspe y el Bajo Aragón. El refuerzo puntual únicamente está siendo necesario para la recogida de la cereza. El responsable sectorial del sindicato Araga, Javier Nicolás, considera que pasado este primer pico de producción la campaña volverá a la normalidad. La previsión en cuanto a kilos en la recogida para estas localidades no es tan buena como en la ribera del Cinca, por lo que todavía no han saltado las alarmas ante la falta de manos en el campo. «Lo habitual en esta zona es que se recurra a los equipos de años anteriores», precisa.

El siguiente pico de mano de obra en el campo se producirá el próximo mes de septiembre en las comarcas vitivinícolas con la llegada de la vendimia.