Se ha ido el año 2004 con dos regalos para Aragón: el anuncio del presidente Rodríguez Zapatero de que no habrá trasvase del Ebro y la concesión de la Expo 2008 para Zaragoza. Estos dos eventos han condicionado el año que acaba de terminar, que ha sido por ello un año de esperanza. Sin trasvase y con Expo, ya no hay excusas, y las instituciones aragonesas tienen por delante doce meses en los que deberán aplicarse de manera extrema.

Este 2005 que comienza puede ser, salvo sorpresas sonadas, uno de los más tranquilos de las últimas legislaturas. El PSOE gobierna en Madrid, en Aragón y en las principales instituciones autonómicas, y los vientos le vienen de popa. Marcelino Iglesias, tranquilo y seguro como nunca en su atalaya del Pignatelli, verá pasar las semanas sin más contratiempo que solventar esos enojosos asuntos diarios que tanto molestan a los políticos pero que tan fundamentales son para los ciudadanos. No parece que vaya a ser un ejercicio peligroso gobernar Aragón, por lo que el presidente Iglesias vivirá en esa dulce inanidad en la que tan cómodamente está instalado.

El alcalde de Zaragoza deberá trabajar duro; la Expo se echará encima a una velocidad de vértigo y Juan Alberto Belloch no tendrá más remedio que tomar las riendas y dirigir el tremendo cotarro que se avecina; si lo hace bien, aun a costa de mucho sudor y tal vez algunas lágrimas, su mandato como alcalde quedará enmarcado en letras de oro en la historia moderna de la ciudad, pero si comete graves errores y fracasa, el ridículo puede ser de órdago a la grande.

El Partido Popular lo tiene difícil; carente de un líder sólido e incuestionable, sin nadie capaz de hacer sombra a don Marcelino en Aragón y a don Juan Alberto en Zaragoza, parece más afanado en preparar las elecciones de 2011 que las de 2007, que las da por perdidas de antemano. En 2005 debería preparar el difícil futuro que se le avecina afrontando una renovación a fondo y en serio, pero parece que vistos los resultados de los últimos congresos provinciales, el PP se ha empeñado en regalar el poder al PSOE al menos por una o dos legislaturas más.

El PAR sigue a lo suyo: unas prebendas por aquí, unas cuantas colocaciones por allá, cierto victimismo que no provoca sino el abandono de algunos de sus votantes tradicionales y un ánimo decaído que de vez en cuando el vicetodo José Angel Biel intenta levantar con decreciente éxito. Por suerte para los paristas, en 2005 no habrá ninguna cita electoral, porque un fracaso más podría acarrear una catarsis que en las últimas convocatorias las urnas y el reparto de escaños salvaron in extremis .

Chunta Aragonesista ha sido la gran decepción del 2004; allá donde ha gobernado se ha comportado de manera muy distinta a cuanto prometía en la oposición. Su enquistado sectarismo puede volverse contra los nacionalistas de izquierda (menuda paradoja) y precipitarlos electoralmente a cifras del pasado. Chunta es el partido que menos se ha renovado; sus máximos dirigentes son los mismos de siempre y no parecen dispuestos a renunciar a sus bicocas ahora que tocan poder en algunas instituciones; 2005 debería ser un año de renovación de ideas y de dirigentes en Chunta, un año de reflexión profunda y serena, pero me temo que los cargos vigentes le han cogido tal gusto al coche oficial que harán cuanto sea posible por mantenerse en el machito, y si hay que seguir expulsando a jóvenes críticos, pues se echan, y adiós a los que molestan.

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