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Izquierda Unida podría ser la gran beneficiada de esta situación, pero los dirigentes nacionales de la coalición están más preocupados por mirarse el ombligo y por dirimir estériles disputas internas que en aportar soluciones y propuestas razonables para que esto mejore. O mucho cambian las cosas, o IU seguirá siendo tan irrelevante como hasta ahora y acabará perdiendo la fidelidad del puñado de románticos que aún le apoya. Con este panorama, Iglesias seguirá sonriendo sabedor de que después de él no parece haber nada; claro que le conviene no relajarse, porque el exceso de confianza es mal consejero, y algo tendrá que hacer aunque sólo sea para justificar el sueldo de tantos y tan bien pagados asesores.

Y si en el gobierno de Aragón no se auguran cambios, tampoco parece que las diputaciones, las comarcas y los grandes ayuntamientos vayan a presentar más problemas que los históricos; Huesca seguirá reivindicando su campus universitario y Teruel que la tengan en consideración para lo que sea, en tanto los pequeños municipios intentarán sobrevivir un año más al secular abandono, alargando el plazo de una extinción anunciada.

MOMENTO ECONOMICO La economía aragonesa crecerá medio punto por encima de lo previsto; el efecto Expo 2008 será el causante. Habrá más empleo precario y basura , pero crecerá la afiliación a la Seguridad Social, al menos mientras duren las obras de la Expo. La industria aragonesa comienza a diversificarse y se atisban, ya era hora, tenues intentos por generar un ambiente de colaboración entre las empresas y la sociedad.

El comercio disfruta, pese a lo que se diga, de una buena salud y presumo que su actividad irá en aumento, así como el turismo, aunque sea a costa de destrozar salvaje e impunemente el Pirineo, el Sistema Ibérico y lo que se ponga por delante. Los Departamentos de Ordenación del Teritorio y de Medio Ambiente deberían despertar, de una vez, de su modorra secular, que ya es hora.

La emigración seguirá aumentando de manera imparable y no quedará más remedio que asumir, por si alguien no lo ha hecho ya, que la tónica de nuestra historia es depender cíclicamente de los emigrantes, ahora tan necesarios como lo fueron antaño. Alguien tendrá que recordar a los aragoneses que si esta tierra es tan abierta y tan acogedora es porque se ha construido a base de mestizaje.

Adquirir una vivienda seguirá siendo el principal problema de los jóvenes aragoneses. Si ahora los precios de los pisos están en las nubes, la influencia de la Expo los lanzará hasta la luna, y todo para deleite de especuladores del suelo y promotores sin escrúpulos; no parece, por los precedentes más inmediatos, que los ayuntamientos, especialmente el de Zaragoza, estén por la labor de ayudar al ciudadano medio. La política urbanística es tan demencial que sólo así se explica que un bien social como la vivienda sea un lujo cada vez más difícil de alcanzar; la Constitución también debería estar para defender el derecho a una vivienda digna y asequible para todos, y no sólo para reivindicar la unidad de la patria.

El año 2005 no parece ser el de los sindicatos; convertidos en poco más que oficinas de empleo para cargos liberados. Salarios mínimos, abusos laborales sin cuento, miedo a perder el empleo y tantas otras canalladas del neoliberalismo abundan por doquier, mientras los sindicatos siguen ajenos a lo verdaderamente importante y se limitan a negociar en mesas interminables memeces insustanciales. Mucho deberán cambiar las cosas para que vuelvan a ser el orgullo de la clase trabajadora y su referencia de lucha y reivindicación.

RENOVACION CULTURAL La Educación y la Cultura seguirán al ralentí; demasiado funcionarial, la cultura aragonesa carece de soportes institucionales básicos; habría que suplir esas carencias en 2005, pues la Expo no debe ser sólo cemento, sino sobre todo un laboratorio de ideas, de progreso y de futuro. Habría que definir los contenidos culturales de la Expo, los de la posExpo , dejar listo el Espacio Goya, para que fuera un proyecto ambicioso e innovador y no, como se plantea, una mera exposición de cuadros sin más; habría que potenciar nuestros museos, muertos de asco y de pena, y nuestros centros culturales.

Y habría que incentivar la música, el teatro, las artes y las letras, que no se hará, claro. Y aclararles a los gestores del patrimonio que un yacimiento arqueológico, una catedral gótica o un palacio renacentista son bastante más que un expediente administrativo.

Nuestros jóvenes necesitan otro modelo educativo; 2005 podría ser un buen año para debatirlo, pero me temo que la DGA se dará por satisfecha si en la aulas hay luz, calefacción y un profesor en septiembre; demasiado poco. La universidad vivirá un año de transición, a la espera de que se pongan en marcha nuevas titulaciones y de que se perfile definitivamente el futuro de la anunciada universidad privada, pero entre tanto debería trabajar más y mejor y hacer partícipe a la sociedad aragonesa de su tarea.

2005 ha de ser el del inicio de las grandes infraestructuras pendientes: ferrocarriles y autovías esperan un impulso decisivo; la inmediatez de la Expo acelerará las obras, pero también deberán corregirse los errores y chapuzas cometidos en los últimos años. Según las últimas encuestas, los aragoneses hemos aumentado nuestra autoestima y nos sentimos capaces de afrontar el futuro con esperanza. 2005 puede ser un gran año, y el primero de varios mejores. De nosotros depende. Al tajo.

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