Cuando abramos la puerta del 2005, el horizonte que se observe desde Zaragoza, va a estar aún envuelto por una gran cantidad de energía emocional colectiva suspendida en la atmósfera, reflejo del éxito reciente de la Expo 2008.

El 2005 se presenta cargado de nueces, a modo de oportunidades, y de retos a los que tenemos que responder todos.

Este momento histórico para Zaragoza no es exclusivo de los dirigentes. Es sobretodo de la ciudadanía, de las Cortes de Aragón, de los empresarios, de los agentes sociales, de los emprendedores jóvenes, de las mujeres en su legítima lucha por la igualdad; de las asociaciones y colectivos, de los partidos políticos, de los nuevos vecinos que llegan a nuestra ciudad en busca de oportunidades.

Esta plural y variada red de actores sociales es lo mejor que tiene la ciudad y sería conveniente que antes de que acabe el invierno, reciba la compensación a su esfuerzo, en forma de consenso.

El camino hacia cualquier meta que se precie de ser histórica, como le ocurre a Zaragoza con la Expo 2008, tiene que construirse día a día. Y el primer edificio que tenemos que poner en pie, es una edificación no tangible, pero que tiene una enorme capacidad de energía y valor de futuro.

Este consenso ha de ser de integración, no de exclusión; ha de amasarse con sinergias acumuladas, no con el cemento y el polvo de iniciativas solapadas. La soldadura tiene que sellarse con participación real, que contribuya a mejorar el nivel de calidad democrática que debe guiar la gestión de la cosa pública, de Zaragoza.

Si este primer edificio de consenso se levanta con buen pie, el camino hacia la meta y la superación de los retos que tenemos delante, será posible y la ciudadanía podrá visualizar los resultados.

Zaragoza no tiene delante un sueño. Zaragoza tiene delante de si misma, un amplio camino de cuatro años a lo largo de cuyas aguas temporales, tiene que construir su verdadera identidad, como ciudad.

Se hace preciso reciclar algunos debates sobre el modelo de ciudad a la que aspiramos y situarlos con objetividad en la mesa de toma de decisiones. El espacio del horizonte que tenemos delante nos indica que hemos de apostar por un crecimiento ponderado y sostenible, en el que el capital humano que representa nuestra ciudadanía, pueda disfrutar de la vida cotidiana.

Las apuestas que se han oído tiempos atrás y que vinculan el desarrollo de Zaragoza con un vuelco demográfico en torno a nuestra ciudad, deberían acallar sus estridencias si no queremos ver, al salir de Zaragoza para acercarnos a Aragón, que nuestro querido Aragón, es un desierto demográfico.

No hay datos que apunten a un crecimiento exponencial de Zaragoza, en términos demográficos, aún contando con un flujo constante de nuevos vecinos y vecinas llegados de todas las partes.

La excelente localización de Zaragoza y las oportunidades temporales de empleo que van a ir surgiendo, contribuirán a aumentar la población flotante. La mejora de las comunicaciones va a posibilitar una mayor movilidad funcional de mano de obra cualificada, al igual que facilitará el acceso de mayor cantidad de productos y servicios.

Si nuestros jóvenes salen fuera en busca de oportunidades es porque lo que ofrecemos aquí o no compensa, o no es de calidad o no es una adecuada oportunidad para abandonar el nido del hogar y dar el salto a un proyecto de vida propio.

Para los jóvenes y no tan jóvenes, estas problemáticas están asociadas al empleo y a la vivienda. Sobre esta última se anuncian cifras de nuevas viviendas, casi espectaculares, sin querer reconocer que sólo dando ocupación a las actuales viviendas vacías, podemos ofrecer respuestas concretas a las demandas que se avecinan. Lo que urge es clarificar las prioridades e innovar los modos de gestión.

Una gran parte de los nuevos barrios van a dibujar una trama urbana dispersa que creará más dificultades, de las ya existentes, a la movilidad poblacional a través del transporte público. También va a quedar distorsionado el camino de búsqueda de identidad urbana propia.

Estas dificultades podrán verse compensadas por la gran cantidad de valor económico que se va a producir en nuestra ciudad. Sería deseable que una parte de las plusvalías generadas, en el ámbito público y privado, por este macroproceso económico que representa la Expo 2008, retornen a la ciudad no sólo en grandes obras o edificios emblemáticos sino en ofertas de servicios accesibles y asequibles para todos los ciudadanos y ciudadanas.

Las familias de nuestra ciudad vienen reclamando desde hace tiempo que la carga económica que representa el cuidado de nuestros mayores y de las personas dependientes no descanse, casi en exclusiva, sobre la economía doméstica.

También están pidiendo que las distancias entre la riqueza y la pobreza se acorten. Reducir y aminorar las desigualdades sociales es imprescindible para una buena salud colectiva.

Estos esfuerzos van a exigir una buena cantidad de horas de sesudas sesiones de trabajo porque la economía municipal actual, no es la más idónea para el reto que tenemos delante. El gobierno local de Zaragoza se enfrenta a la imperiosa tarea de la adaptación al cambio, de la innovación y del gasto público gestionado de modo eficiente.

Si bien es cierto que la Expo 2008 es también un reto para la administración del Estado, no menos cierto es que a las orillas del río Ebro una ciudad en marcha como es Zaragoza tiene que aligerar su bagaje burocrático y a veces provinciano para ser competitiva y global, al menos hacia los diversos territorios peninsulares y europeos.

La Expo 2008 pone a Zaragoza ante la posibilidad de conectar on line con oportunidades para una economía global en un espacio local. Hay en nuestra ciudad experiencias tecnológicas y de conocimiento minoritarias e innovadoras que buscan un reconocimiento y un espacio digital.

Para ello se va a necesitar algo más que una milla digital, salvo que en las prioridades no tengan cabida la necesidad de reducir la brecha digital que se está produciendo en los hogares de nuestra ciudad, ya que seguimos siendo una minoría los que tenemos acceso a las nuevas tecnologías y se agranda aun mas el número de personas pendientes de alfabetizar en el uso del nuevo conocimiento y en la información.

Si el capital humano es nuestro mejor valor, las apuestas y las tomas de decisiones tienen que se atrevidas e innovadoras. Para esta primavera los equipos de profesionales que han de llevar a un buen resultado la Expo 2008 tienen que estar trabajando a toda máquina. Para trabajar a presión y con equilibrio hay que escoger a los más capaces, a aquellos y aquellas que sepan cómo ofrecer liderazgo, honestidad y valor añadido para la ciudad de Zaragoza.

El año 2005 se abre ante nosotros con un alto nivel de expectativas, con una gran circulación de iniciativas y una edificación urbana y social a la que hay que poner sólidos cimientos, porque la Expo 23008 este es un reto colectivo.