Aragón tendrá en 2018 sus segundos presupuestos consecutivos sin recortes, todo un hito. Además de mejorar los servicios públicos aminorados por la crisis habrá fondos para inversiones que hasta ahora dormían el sueño de los justos, aunque para salvar la honrilla se presupuestaran (veáse el caso del hospital de Alcañiz). Esto ha sido posible gracias a la consolidación fiscal de las cuentas públicas, tras unos duros años de recurrentes ajustes que han devaluado a la población asalariada o pensionada. Por eso, además de presentar unas cuentas expansivas como es el caso, hay que exigir a la administración autonómica que contribuya en esa consolidación, con el objetivo de que Europa, como está a punto de suceder, levante la vigilancia que ha lastrado los presupuestos pú- blicos españoles. En ese sentido es desalentador que Aragón se coloque como la cuarta comunidad autónoma con peores datos de déficit, habida cuenta que, como denuncia la oposición conservadora, obtiene mayores ingresos por impuestos y tasas que la media. Ambos hitos parecen posibles, y obligados: inversión y reducción de la deuda y el déficit. De lo contrario, en unos años los problemas se reproducirán.