Irene Gimeno trabaja activamente en la asociación Adevif, desde que descubrió su existencia. Esta restauradora de muebles zaragozana en paro se vio, a raíz de una estafa anterior, sin posibilidad de pagar su hipoteca y embargada. Recurrió a una financiera, a la que tampoco podía pagar, y finalmente, a través de una serie de contactos llegó a una prestamista, que se hizo cargo de la deuda con un préstamo de 65.500 euros, con un devengo del 14%, que le permitía cancelar el embargo.

Recibió un cheque de 11.000 euros, que asegura que ingresó en el banco como gastos de gestión, pero no los otros 4.000 que en principio deberían haberle dado. "No me dieron el cheque en ese momento, pero me fié", lamenta. Según explica, es discapacitada psíquica y en ese momento atravesaba un episodio de depresión profunda a raíz de la posibilidad de perder la casa.

Al acercarse el vencimiento del crédito, y cancelada su deuda real de 21.000 euros, comprobó que figuraban unos 19.000 como "otros servicios" en un cheque nominativo que nadie le explica a dónde fueron a parar.

Ahora se encuentra con una deuda de 65.000 euros más intereses, además de las tasas judiciales de la denuncia que ha presentado. "Estoy de okupa en mi propia casa, esperando que no me echen", explica. Espera que "la lucha con el abogado sirva al menos para llegar a un acuerdo con esta gente".