Juan Alberto Belloch se mostró ayer decididamente provocador en su conferencia sobre el futuro de la socialdemocracia. La primera incitación fue contextual. Debatir sobre nuevos parámetros para la izquierda, sobre constitucionalización de derechos sociales, sobre recuperación de valores y sobre renovación del PSOE con el tintineo de las cucharillas de plata del Ritz no deja de ser un oxímoron. Tanto al alcalde de Zaragoza como a sus conmilitones hay que pedirles la vuelta al terreno natural de la socialdemocracia, y comparecer también ante asociaciones vecinales, las mareas ciudadanas contra los recortes...

El segundo estímulo propuesto por Belloch devino de la contundencia de su texto, explícito y bien armado, muy por encima del previsible titular periodístico de que el alcalde fue a Madrid a apoyar a su aliada Carme Chacón mientras Alfredo Pérez Rubalcaba deshoja la margarita de las primarias, que también. Reflexionó el socialista sobre la continua pérdida de voto del PSOE desde el 2011, sin pelos en la lengua para señalar que, de no reflexionar con sinceridad y actuar en consecuencia, su partido corre el riesgo de "convertirse en una fuerza marginal de la política española". A partir de ahí, entroncó su discurso con un proyecto progresista que, aunando liberalismo político y socialdemocracia, profundice en un compromiso claro con una ciudadanía necesitada de referentes. Acabó pidiendo un gran pacto político y social que parta de las fuerzas conservadoras y progresistas incluyendo a otros agentes tradicionales y a los nuevos protagonistas del siglo XXI.

El tercer estímulo de la conferencia del alcalde fue provocado por el vacío preventivo de su partido, tanto desde Madrid como desde Zaragoza. La presencia institucional fue escasa, circunscrita a sus correligionarios Pérez Anadón y Fernando Gimeno, a congresistas y senadores de aquí (Becana, Morlán, Arrufat...), a viejas glorias nacionales (Corcuera, Bono, Alborch, Narbona...), sin olvidar a Marcelino Iglesias y Eva Almunia, escaqueada de la reunión de grupo parlamentario, en agenda para desactivar el acto.

Belloch no solo estuvo provocador, sino que consiguió su objetivo. Solo así se entiende la posterior reacción mordaz y extemporánea de Javier Lambán. Preguntado por las palabras del alcalde, el secretario regional del PSOE se refirió a ellas como propias de "políticos ociosos". El reproche que merecería Belloch sería en todo caso el carácter desiderativo de su discurso, pudiendo obrar con el ejemplo desde la casa consistorial siempre y no solo a veces; pero más ocioso resulta estar en la luna de Valencia pensando en la teoría de los vasos comunicantes sin pensar que si el PSOE no espabila, tiene razón el alcalde, se conduce hacia la irrelevancia política.