Junts per Catalunya (JxCat) mantendrá el no a la investidura de Pedro Sánchez mañana. Un eventual pacto de gobierno de coalición del PSOE con Podemos no será suficiente para hacer virar la posición de rechazo frontal por parte de la formación posconvergente. Solo un cambio radical del discurso de Sánchez sobre el conflicto catalán en la sesión de mañana podría hacer variar un no que genera decepción e impotencia al sector más pactista de JxCat, que confiaba en poder alcanzar una abstención.

Pero, tras la invectiva del candidato a la diputada Laura Borràs, han visto cómo se cerraban los márgenes al entendimiento y, por interés de Sánchez, JxCat quedaba arrinconada en el territorio de la radicalidad.

En efecto, el debate de ayer entre Borràs y Sánchez fue áspero. Hablaron en lenguajes distintos y no hicieron esfuerzo alguno por disimular su falta de sintonía. La portavoz independentista usó la ironía y las citas poéticas para dibujar al postulante como alguien sin credibilidad en sus ofertas de diálogo y como un líder prepotente que en su etapa en el Gobierno ha incrementado la «represión» en Cataluña.

Espoleada por el no que han reivindicado desde el primer minuto el president Quim Torra, que ha aplaudido el expresident Carles Puigdemont y que han exigido varios diputados de JxCat en el Parlament (los más cercanos a Puigdemont) Borràs trazó un discurso en el que cuestionó la democracia española. Llegó a proponer «un curso acelerado de derechos democráticos» y dijo disponer de «155 razones» para votar en contra del candidato Pedro Sánchez.

A eso se añadió el tuit del president, reafirmándose en el «lo volveremos a hacer», que respondía a las palabras de Sánchez criticando este tipo de amenazas. Con estos mimbres, y tras haber tenido un debate de guante blanco con ERC, el candidato socialista, conocedor desde el lunes del no de JxCat, arrinconó a Borràs en la «antipolítica» y dijo que su posición es «inútil» desde el punto de vista parlamentario.

EL LABERINTO

Sánchez aseguró que JxCat está «peleada con la realidad» y echó en falta a la antigua CiU. Se mostró abierto al diálogo «cuando [JxCat] salga del laberinto en el que se ha metido desde hace años, lleno de falsedades, mentiras y victimización que nada tiene que ver con la realidad».

Borràs mantuvo el pulso. Sostuvo que Sánchez no se ha mostrado «mucho más útil» para resolver el conflicto catalán, reivindicó la unilateralidad y concluyó: «El problema de Cataluña se llama Estado español». Todo ello en un intercambio en el que el programa económico y social estuvo prácticamente ausente.

Fuentes de JxCat daban por casi asegurado el segundo portazo a Sánchez. De este modo, se producirá una nueva discrepancia con la posición de ERC. «Pero no afectará a nuestra relación porque ya no queda nada por romper y el Govern durará lo que quiera Torra», zanjan.