Los ecos del grito No nos representan que entonó el movimiento 15-M todavía resuenan en las calles de las principales ciudades españolas. Y su significado es más profundo que el de un mero eslogan. "El sentido de la democracia es que los que se ven afectados por determinadas decisiones tengan algo que decir. Si esto no es así, al final la eficacia de los sistemas democráticos se va desvaneciendo. Este es el sentido de esa expresión", argumentó ayer el catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, Fernando Vallespín, en la inauguración de unas jornadas de la Institución Fernando el Católico coordinadas por los profesores de Derecho Constitucional, Manuel Contreras y Enrique Cebrián Zazurca, que ayer trataron de desentrañar en Zaragoza la crisis de la representación política.

Por qué este grito aglutinó el malestar de un parte de la sociedad. En la teoría política clásica, los sistemas representativos presuponen la existencia de un principal, que da un mandato, y un agente, que se elige para que actúe en su nombre. "Hoy en día parece que ese principal no somos los ciudadanos sino un nuevo mundo de la economía financiera o de los mercados", indicó Vallespín, ante un nutrido grupo de asistentes. Es decir, que "la crisis de lo político sería la contraposición entre los votantes o los mercados".

"¿A quién representan nuestros representantes? A un conjunto de intereses", aseguró el catedrático, dando voz a una de las corrientes políticas más en boga en estos últimos años. Pero, según Vallespín, otra dimensión del No nos representan está en la crisis de los "mediadores tradicionales": los partidos políticos.

INTERLOCUCIÓN

"Hoy es mucho más fácil la interlocución entre grupos sociales y demandas ciudadanas. Han aparecido grupos pararepresentativos que ahora desarrollan funciones que antes hacían los partidos", apuntó el catedrático. Entre ellos, la PAH, que ha liderado la movilización contra los desahucios. Pero no todo es positivo en este aspecto. "Algo que me inquieta, es que se consideran los agentes, no ya de grupos, sino de determinados principios deontológicos. Ellos representan la justicia. Esto es peligroso", argumentó.

Enmarcando todos estos cambios, uno sustancial, que ha dado la vuelta a muchas concepciones tradicionales de la relación entre políticos y ciudadanos, una revolución tecnológica que, vía redes sociales, permite tener una relación directa que antes necesitaba intermediaciones. "Los medios son un escenario donde actúan nuestros representantes políticos y nosotros la audiencia, que está al otro lado. Escenifican la política para nosotros. Esto ya es viejo", aseguró.

PARTICIPAR

"El público se ha subido a la escena y participa en la función", apuntó el catedrático, vía Twitter, sobre todo. Todo ello lleva a una nueva concepción, la "política de enjambres" que, a su vez, tiene consecuencias. Entre ellas, las "tormentas de mierda": cuando alguien mete la pata, está sujeto a las reacciones, que se transmiten rápidamente y no solo por la red. "De la red se pasa al whatsapp y al final se enteran de lo que pasa en la red hasta las abuelas", indicó Vallespín.

Y algunos usan mejor que otros este nuevo escenario. Es el caso de Podemos, que usa las redes para abrir debates. "Otros no lo han entendido. Usar Twitter desde esta perspectiva no es colgar una foto y decir lo que vas a hacer hoy".